Han sido muchos los aciertos que el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador ha tenido en su forma “cotidiana” de mantener la cercanía con la gente. Sin embargo, resulta inevitable, analizar su particular forma de comunicar mensajes, decisiones y estrategias.
La comunicación de gobierno del mandatario se rige por las declaraciones de un Presidente cuyo estilo personal conquistó de manera inicial a los mexicanos, por la simpleza al decir las cosas.
De unos meses a la fecha, el Presidente AMLO retomó esa personalidad que antes de su campaña presidencial dejaba asomar sin tregua: Necio y contestatario.
En México, es verdad que mantiene su buena cuota de “Amlovers” que usan las redes sociales para sacar de apuros al mandatario cada vez que hace declaraciones polémicas y fuera de la lógica.
En varias ocasiones se ha tocado el tema de la salud del Presidente, pues por momentos se llega a pensar que López Obrador vive en su propia burbuja fantasiosa sin querer mirar la realidad que vive el país que hoy gobierna.
Sus conferencias mañaneras han pasado a ser un show de varias pistas, donde el Presidente lanza sus discursos y anuncios con la lógica que él sigue pensando será bien recibida por los ciudadanos, cuando ellos tienen “otros datos y otra realidad” a la planteada por el mandatario.
Su polémico anuncio de querer rifar el avión presidencial evidencia que algo no anda bien, a la hora de lanzar este tipo de propuestas que rebasan la lógica y coherencia de quienes ven lo que el Presidente se niega a mirar porque está gobernando dentro de una burbuja.
Sus discursos empiezan a tener ese halo de demagogia sobrada cuando en sus giras habla de progresos que la gente no ve, ni tampoco palpa. Sin embargo, el mandatario magnifica una reducción de la pobreza, habla del crecimiento del empleo, de la ausencia de incrementos en precios de productos de consumo básico, del combate a la corrupción, de la lucha contra la delincuencia y un sin número de temas que parecen formar parte del imaginario discurso de un mandatario que ve a un país que quiere ver y que le pintan dentro de esa burbuja que empieza a distanciarlo de la realidad que vive la sociedad mexicana.
Los defensores de los anuncios ilógicos del Presidente son aquellos que forman parte de la pléyade de políticos que usan el discurso para reflejar una defensa de ornato que les garantice seguir en el reflector del gobierno federal o entre el ejército de aplaudidores que buscan seguir colándose en la estructura política federal.
En México hay preocupación por las decisiones controversiales de un Presidente que se resiste a salir del país, que se niega a mirar que la corrupción sigue incrustada en la nueva estructura gubernamental, que se niega a ver el caos en el sistema de salud, que toca el tema de la violencia sin meterse de fondo a la inseguridad que hoy se vive en diferentes zonas del país.
El peligro de gobernar desde una burbuja es hacerlo con un desapego de la realidad, donde las declaraciones distan mucho de ser lo que en verdad viven los 126 millones de mexicanos.
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