A todo nuevo gobierno se le da un compás de espera llamado los primeros cien días, no es una práctica nueva, la misma se remonta al 1815 y el retorno de Napoleón Bonaparte a Francia y al poder. Para entonces, Francia estaba en bancarrota y agotada de recursos, ante esta situación y en menos de cien días, el delirio de la población fue cediendo, era poco lo que el gobernante podía hacer para revertir la situación.
En la época moderna esta práctica toma cuerpo en la figura de Franklin D. Roosevelt cuando asumió la presidencia de los Estados Unidos en 1933, fecha en la cual el país se encontraba sumido en una gran crisis económica, estos “primeros cien días” le permitieron al presidente Roosevelt adoptar medidas que contribuyeron a demostrar su eficacia ante el pueblo, y a partir de ahí ha sido una experiencia política que se ha copiada por todos los presidentes.
La República Dominicana no es la excepción y pone en práctica esa revolución política, y ya al nuevo gobierno le han transcurrido más de setenta días desde su ascenso al poder el pasado 16 de agosto, es mucho lo que ha ocurrido.
El gobierno del cambio asumió bajo condiciones antes nunca vista en el país, al menos que registre mi memoria, una gran crisis sanitaria consecuencia de la pandemia por el Coronavirus, una economía cerrada, en general, un país en cuidados intensivos que para su recuperación requiere de medidas drásticas, medidas poco populares, también requiere del sacrificio todos, ningún gobierno llega con una varita mágica.
Con menos de cien días gobernando se han firmado acuerdos de cooperación, tomados varios prestamos, y era de esperarse estas medidas para hacer frente a la actual crisis que no solo afecta a nivel local, el presidente lo había anunciado como parte de las acciones para enfrentar la crisis resultante de la pandemia, poder mantener las ayudas sociales y darles continuidad a los programas Fase y Quédate en Casa, entre otras situaciones generadas por el contexto que golpea al país y al mundo.
Dice un dicho que cuatro años pasan volando, cien días, en un pestañar, el tiempo apremia y es oportuno recordar al gobierno de Luis Abinader y del PRM, que el pueblo, fruto del hartazgo del peledeismo, optó por llevarlos al poder, que la ciudadanía está atenta y con un seguimiento muy de cerca a cada acción o pronunciamiento emanado desde el gobierno.
Que miren hacia atrás y hagan un análisis de cómo quiere que sea su paso por el Estado. El compromiso es grande, ustedes solo deben ejecutar su plan de gobierno y cumplir las promesas de campaña, el pueblo también está “atento”.
Aquí he presentado dos escenarios de manejo de crisis con desenlaces distintos, de tal manera que, dependiendo la respuesta y efectividad, Luis Abinader podría ser para los dominicanos el Franklin D. Roosevelt, demostrando que se trata no solo de la voluntad, también de acciones, ejecución y resultados eficaces o fracasar en sus esfuerzos y ser el Napoleón de Francia, que terminó “derrotado” en la batalla de Waterloo.
El gobierno del “cambio” de la República Dominicana
Los nuevos inquilinos de la casa presidencial no solo vinieron con el slogan del cambio, también se convirtieron en la esperanza de un pueblo que clama por justicia, equidad y prosperidad para todos; en estos primeros días muchas de sus acciones han ido marcando la diferencia en diversas áreas, si se compara con los pasados gobiernos.
Acciones simples como la llegada del presidente Abinader en un auto eléctrico a la toma de posesión, marcando una pauta en el uso de este tipo de transporte o dejando quizás, un mensaje de compromiso y una visión de respeto al medio ambiente por parte de su gobierno. Desde ya, ha anunciado que para 2021 la República Dominicana será sede de la Semana del Clima para Latinoamérica y Caribe.
Las designaciones vía tuiter, que durante varios días puso a todos a la expectativa de los “decretuits” y el siguiente nominado en la conformación del gabinete del gobierno del cambio, un tanto similar a lo que ocurrió con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele.
Otras acciones que, aunque parecen simples, lo coloca más distanciado de sus antecesores:
- La fluida comunicación, (ha hablado más en días, que Danilo Medina en 8 años), esto se debe quizás a que el vocero (a) de la casa de no gobierno no tiene claro cuál es su rol.
- El estilo jovial, fresco y relajado que ha mostrado en sus visitas a las diferentes provincias, camisas mangas cortas, zapatos sin medias, ausencia de corbatas, son detalles que se suman al cambio desde el ejecutivo. Ese estilo da más soltura, cercanía y deja atrás la rigidez exhibida por los anteriores presidentes.
- Hacerse acompañar de su esposa en todo momento, les impregna un aire familiar genuino a los inquilinos de palacio. En las gestiones pasadas, eso no ocurría.
- Los frecuentes almuerzos en la casa presidencial donde se invita desde periodistas, influencers, hasta artistas, entre otros sectores de la vida nacional.
- Las redes sociales (tuiter en especial) se han convertido en el medio por excelencia del gobierno del cambio para anunciar y/o comunicar las distintas decisiones del Poder Ejecutivo.
- La conformación de una “justicia independiente”, enviando un claro mensaje del compromiso asumido en campaña para enfrentar la corrupción pasada o futura.
Estos aspectos a los que he hecho referencia de seguro no serán los únicos, dice un amigo que cada persona tiene una idea de cómo quiere ser visto o recordado. En ese sentido, Abinader expresó que quería ser recordado como el presidente transformador, hasta el momento sus pronunciamientos indican que se encamina hacia ese objetivo.
Como no todo es positivo y siempre aparece un pero, ya estos primeros días han tenido sus desaciertos en varias áreas que pretenden empañar la gestión, ejemplos, modificación de la Ley de INAPA para adecuarla al perfil de un funcionario, acusaciones de corrupción a una integrante del gabinete, la propuesta de gravar el salario 13, los pronunciamientos de algunos funcionarios un poco fuera de contexto y del pensamiento que ha mostrado el presidente, así como algunas decisiones que luego de anunciadas han tenido que ser dejadas sin efectos.
En poco tiempo el gobierno ha tenido su primer intento de manifestación o reacción ciudadana ante la propuesta de la creación de nuevas cargas impositivas. Además del reciente escándalo que salpica a uno de sus funcionarios alzando voces que piden su destitución, deja un claro mensaje de que la ciudadanía está despierta y no dará tregua, con las redes sociales como principal medio de apoyo, el gobierno debe considerar que esas mismas redes sociales contribuyeron a su triunfo.
En estos menos de cien días de gobierno hemos visto un presidente con una gran voluntad de hacer las cosas bien, Abinader se ha convertido en el #PresidenteQueEscucha. Sin embargo, las imprecisiones en las tomas de decisiones, dejan dudas. ¿Se podría decir que con este nuevo gobierno estamos cambiando realmente? Sea usted el testigo.
Los comentarios están cerrados.