Un alud de polémicas y amenazas de demandas se han desatado en México tras la publicación del libro: Emma y las otras señoras del narco, de la periodista Anabel Hernández.
El texto obliga a un detallado análisis sobre el papel de las mujeres en el mundo del narcotráfico, donde la violencia de género y los feminicidios están más presentes y revelan las diversas caras de la moneda, en un mundo, donde ellas, no sólo acompañan, escuchan, ayudan y también traicionan.
Anabel Hernández devela de manera cruda, esa realidad que desde hace años invade a un país, donde la delincuencia organizada permeó en los diferentes segmentos de una sociedad con altos índices de violencia.
Las relaciones de poder, amor, odio, negocios son expuestas por la periodista mexicana, quien detalla una trama que urgía contarse desde las historias de varios narcotraficantes con mujeres de la alta sociedad, actrices y cantantes, políticos, empresarios del espectáculo y una gran red que termina involucrando televisoras y personajes faranduleros que siempre han estado rodeando al mundo de los llamados Capos de la Mafia Mexicana.
En este entramado, Emma Coronal salta como el reflector central al ser la última esposa del Chapo Guzmán quien narra los cambios que fue teniendo a lo largo de su vida a partir de ganar un concurso de belleza, luego conocer al líder del Cártel de Sinaloa y posteriormente involucrar a los hombres de su familia en el oficio del narcotráfico.
Así como el de Emma, hay muchos otros rostros de mujeres que la periodista mexicana describe a partir de esas historias que muchas de ellas protagonizaron con los jefes del crimen organizado.
En esta investigación, es imprescindible leer esa violencia que muchas de estas mujeres enfrentan por amenazas, algunas otras acatan por ser parte de estas familias mafiosas; también están las que aceptan ser violentadas a cambio de pagos y están otras, que son las más desafortunadas en la cadena criminal.
Ellas son usadas como los últimos eslabones de los cárteles para acarreo y venta de droga, son secuestradas y obligadas a ingresar a las filas delictivas, son usadas como comodines en las labores de vigilancia de secuestrados, son las primeras que están en riesgo de ser ejecutadas.
El papel de las mujeres dentro del mundo del crimen organizado en México hoy revela una estructura piramidal donde siguen siendo tratadas como monedas de cambio que pocas veces logran tener relevancia dentro de los mandos delincuenciales.
El polémico libro destapa una caja de pandora donde se exhibe a la conexión entre televisoras como las grandes vetas para surtir de personajes de la farándula a los capos del narcotráfico.
Actrices, cantantes, políticos, empresarios, deportistas y socialités no escapan a la interacción y contacto que en algún momento tuvieron con los grandes jefes de los cárteles mexicanos.
Las mujeres y su papel en estas organizaciones reclaman una vital atención para entender la realidad de un país donde el narcotráfico se enquistó en sus principales segmentos sociales.
Muchas llegaron por su voluntad, otras no. Hoy, todas ellas forman parte de la gran cadena de trasiego criminal donde se han convertido también en mercancías.
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