El gobierno de Andrés Manuel López obrador se quedó a años luz de conseguir al los 30 millones de votos con los que logró el triunfo como Presidente de México en 2018.
La consulta ciudadana celebrada para la ratificación de su mandato reflejó el desdén del grueso de una población que eligió no participar ante la guerra de desinformación, que en los últimos meses ha generado una profunda polarización entre morenistas y opositores al López-obradorismo.
El árbitro electoral confirmó la instalación de más de 53 mil casillas en todo país, muchas de las cuales se apreciaron casi vacías.
Si bien el INE consideró la jornada como ejemplar, desde temprana hora la Secretaría de Hacienda violó la ley electoral al hacer un llamado para salir a votar.
Cientos de irregularices se fueron acumulando a lo largo de la jornada, donde los morenistas por momentos parecían confundirse al pensar que estaban en una elección ordinaria con todo y la compra de votos.
Más allá de una ratificación de mandato, las diferentes tribus del partido del Presidente AMLO tuvieron claro que este día no fue sólo ir a votar por su “jefe”, sino demostrar quién operó mejor para entrar en la puja de los cientos de candidaturas que estarán en juego para el 2024.
Los resultados de esta consulta para la revocación de mandato son más que previsibles. Lo realmente importante, es mirar a través de ella, el ánimo de millones de mexicanos, cuyo desgaste se tradujo en la falta de credibilidad para salir a emitir un voto, que representó desde hace meses un despilfarro de recursos públicos y un capricho para ensalzar la figura de un Presidente que frente a tantos escándalos, le era urgente tener un bálsamo popular para encarar los cuestionamientos a su mandato.
Hoy esta consulta es la lectura de lo que dice un país harto de tantos simuladores que se creyeron transformadores y México ya les respondió de manera contundente.
El siguiente capítulo será descargar toda su ira contra el Instituto Nacional Electoral y contra aquellos que bloquearán la reforma eléctrica. Tiempos de enfrentamiento para un México resquebrajado.
Los rehenes de la revocación
La consulta ciudadana para la revocación de mandato en México evidenció a los adultos mayores como rehenes de esa transformación en la que mutaron los viejos vicios del sistema político oficialoide, donde los operativos “Stickers”, el acarreo y la compra de votos, se concentraron en la capital del país, donde los morenistas incluido el dirigente nacional Mario Delgado, no tuvieron empacho en mostrar los vehículos y ofrecer el traslado de votantes a las casillas.
Para millones de adultos mayores en el país, esta consulta ciudadana se confundió con el amague que miles de ellos recibieron por distintas vías, al decirles que sino votaban por la continuidad del Presidente, la ayuda que reciben del Gobierno de México, sería suspendida.
Algunos con nula información y con el temor de perder esa ayuda económica, acudieron a emitir un voto que para ellos no es la continuidad de AMLO, sino su propia sobrevivencia.
Lo anterior refleja las mismas tácticas que hoy la izquierda gobernante utiliza para la manipulación de los padrones que concentran la pobreza del país.
Llamó la atención la ausencia de esa otra población que hoy recibe los beneficios del López-obradorismo y que se trata de los “jóvenes sembrando el futuro”, cuya ausencia se notó, al desdeñar la propuesta de una participación ciudadana sumamente politizada y desvirtuada por su propio promotor: El Presidente Andrés Manuel López Obrador.
“No me vengan con que la ley es la ley”
En menos de dos semanas, el Presidente Andrés Manuel López Obrador dio cátedra de cómo quebrantar las leyes y violar repetidamente la Constitución.
A él le siguieron como en mandato automático, funcionarios de su gabinete, gobernadores y por supuesto su propio partido.
La llamada revocación de mandato en México pasó de ser un ejercicio propiamente democrático a ser un capricho presidencial, cargado de política y culto a la personalidad.
Para Andrés Manuel cuyo nivel de aprobación en esta mitad sexenal se mantiene arriba del 50 por ciento, es fundamental demostrar su músculo político que se ha visto disminuido con los escándalos que aún no ha podido enfrentar, tales como el enriquecimiento de su hijo y los presuntos actos de corrupción de varios de sus lazos familiares y funcionarios más cercanos.
Con o sin urnas, el país que describió López Obrador en su cuarta transformación, se halla difuminado por la propia guerra interna de traiciones, donde figuran varios de los hombres que en algún momento estuvieron con él, en la primera línea de fuego.
Hoy al país le ha quedado claro que un Presidente que vulnera la Constitución para imponer la promoción de su mandato y que emula los actos del pasado que tanto crítica, ha perdido mucha credibilidad y sobre todo, la confianza de aquellos que hace tres años votaron por él y que el domingo, simplemente decidieron no participar en un acto que no tiene ningún efecto real, pues la revocación será efectiva hasta el próximo periodo sexenal.
Para el país resulta un insulto que el Gobierno de México haya gastado millones de pesos en todos los acarreos de personas para presenciar mítines pagados con recursos públicos.
El clímax de estos excesos, fue haber hecho uso de un avión del ejército para el traslado de funcionarios y militantes de su partido a Sonora.
La embestida contra las autoridades electorales seguramente se agudizará, pues al Presidente no le basta controlar el poder legislativo y judicial, sino ahora quiere ser árbitro absoluto de todas las contiendas que se organicen en el país.
Terrible ver a México en un momento de tanto riesgo frente a la figura autócrata de un mandato que no pasó la aduana de emular en las urnas, aquel triunfo avasallador de 2018.
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