Aunque el título del artículo parece demasiado fuerte con él quiero indicar que los que huyen de la guerra, los solicitantes de asilo, no deben ser reprimidos con armas químicas. Los gases lacrimógenos lo son, y ya se utilizaron en la Primera Guerra mundial entre 1914 y 1918. Provocan lagrimeo, irritación, ceguera temporal, problemas respiratorios, etc. El gas pimienta causa efectos similares. El gobierno húngaro se está extralimitando en sus funciones, a mi juicio, puesto que la valla levantada en la frontera húngara, y la detención por la policía del mismo país de 519 refugiados, que se enfrentarán a penas de hasta cuatro años de cárcel son medidas desproporcionadas, y que incumplen los Derechos Humanos.
Hungría esta en la Unión Europea, y no debe ir por libre en lo referente al control de sus fronteras. Que el primer ministro húngaro anuncie la construcción de una nueva valla en algunos puntos de la frontera con Croacia, y que tenga prevista otra en la frontera con Rumanía es inaudito. La UE no debería permanecer callada ante esto. En Croacia, por ejemplo, existe comprensión respectos a los motivos que esgrimen los refugiados para atravesar parte de Europa en busca de una vida digna en Alemania, o en otros países, con un buen nivel de vida general. La cuestión de las cuotas de refugiados, ya está fijada y establecida por la UE.
La solución no pasa por construir vallas o muros que impidan el paso de los refugiados, ya que buscarán otras rutas que pueden ser más peligrosas y largas. Lo necesario es que los estados de la Unión Europea sean solidarios de verdad, y dejen de poner excusas a un problema humanitario de primer orden.
El gobierno de Francia ya ha dicho que «no dudará» en reforzar los controles en sus fronteras. Y por otra parte la emisora RTS informa de que en el lado serbio de la frontera con Hungría están unos 3.000 refugiados entre los dos países, en una especie de tierra de nadie o limbo, puesto que los dos países se niegan a aceptarlos. Esto es intolerable, y la ONU debía intervenir ya, de un modo efectivo, para poner orden, y proteger a esta cantidad de personas desplazadas de sus países de origen, por los conflictos bélicos y el terrorismo, la inseguridad y la pobreza.
Porque este fenómeno migratorio no se va a detener, y puede seguir aumentando. Y parece que los propios estados europeos, no se ponen de acuerdo, en asumir medidas de apoyo, a estos cientos de miles de personas que están llegando al continente europeo.
Si la canciller Merkel piensa que, con sanciones de tipo económico, a los estados de la UE que no colaboren, adecuadamente, recibiendo en sus territorios las cuotas de refugiados ya decididas, etc., se va a resolver la falta de compromiso ya existente, o lo que está sucediendo en la frontera húngara me parece que se equivoca.
Con la llegada del otoño y del invierno la situación de los que emigran desde África y Oriente Próximo a Europa puede ser más crítica y peligrosa todavía, tanto en el mar como en tierra, por causa del frío, la nieve, y los temporales. Aunque lleguen en menor número.
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