En mi modesta opinión, no corresponde a Felipe VI la función de presionar o influir en ningún líder político, para que cambie sus planteamientos, en relación con el sentido del voto de alguna de las formaciones políticas en la sesión de investidura. Ya que esta semana van a celebrarse las rondas de consulta del Rey.
Y lo digo, con el máximo respeto, a la institución de la Monarquía española. La responsabilidad de ir a terceras elecciones es exclusiva de los dirigentes de los partidos políticos.
Y, si la situación política actual con un gobierno en funciones, que puede seguir durando varios meses más es tremendamente grave, ante la falta de acuerdos, no es por causa de Felipe VI. No me parecen apropiadas las declaraciones de Rivera solicitando al monarca que pida a los socialistas, que se abstengan en la votación de investidura.
Ya que es como pedir que intervenga en la actividad política propia y específica de los propios partidos. El Rey representa la unidad nacional, y debe mantener su neutralidad política, además de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones. Lo que significa, a mi juicio, fundamentalmente, que debe velar por el cumplimiento del ordenamiento jurídico vigente. Y es lo que está realizando. Considero que no se le puede exigir más.
Otra cuestión diferente es que pueda, si lo estima apropiado, proponer a los partidos políticos una figura independiente, si no se logra un pacto, para que se evite una repetición de las elecciones. Aunque yo creo que lo más adecuado es que fuera, en su caso, propuesto a Su Majestad, por los mismos líderes de las cuatro formaciones, con más representación política. Ser Jefe del Estado no significa, exactamente, que deba solucionar la falta de acuerdo y consenso entre los partidos, para que haya un gobierno de derechas o de izquierdas.
Un monarca constitucional también es el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, pero no debe extralimitarse en el ejercicio de sus atribuciones y de su poder, en relación con el funcionamiento normal de la actividad política. Aunque hubiera que ir a terceras elecciones.
El gobierno en funciones tendría que negociar, más y mejor, con las otras fuerzas políticas sobre cuestiones como la reforma laboral, la LOMCE, la cuestión de las pensiones, la ley de seguridad ciudadana, etc,, etc.
En el Reino Unido, por ejemplo, es, casi impensable, que quisieran aconsejar a la reina Isabel II para que desbloqueara un bloqueo político similar al español, si los británicos lo sufrieran. Eso es labor de los propios políticos laboristas y conservadores, fundamentalmente. Felipe VI, a mi juicio, está siendo ejemplar en la realización de sus funciones.
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