El último libro de Umberto Eco es la recopilación de un conjunto de columnas de opinión seleccionadas, cuidadosamente, por el propio autor poco antes de su muerte. El subtítulo de la obra es revelador también: crónicas para el futuro que nos espera. Lo que aparece en el libro son reflexiones, interpretaciones y observaciones muy agudas sobre un mundo sin rumbo que está hundido en el relativismo y en el valor de la apariencia y la visibilidad.
Estamos inmersos plenamente en una sociedad líquida. Eco retrata y describe en estos artículos o microensayos el surgimiento de nuevas formas de entender e interpretar la existencia que están alejadas de los paradigmas vitales anteriores.
El índice del libro aclara muchas cosas. Están publicados escritos clasificados en la sección Ser vistos, otras secciones se titulan: Los viejos y los jóvenes, Online, Sobre los teléfonos móviles, Sobre los complots, Entre religión y filosofía, Sobre los medios de comunicación, etc.
En relación con la cuestión del subjetivismo imperante en la actualidad Eco se muestra muy crítico, ya que escribe: «Con la crisis del concepto de comunidad surge un individualismo desenfrenado, en el que nadie es ya compañero del camino de nadie, sino antagonista del que hay que guardarse». Y esto es muy negativo, porque también habría que añadir que la indiferencia respecto al reconocimiento objetivo del talento de los demás es bastante común y frecuente. Y también es cierto que los puntos de referencia de nuestra sociedad son el aparecer en los medios sin importar nada más. La visibilidad parece ser lo más deseado y lo único que cuenta para obtener ventajas económicas y sociales.
Eco considera que el mundo vive en un consumismo que es una bulimia sin objetivo. Lógicamente, lo racional sería que las cosas cambiarán, pero parece difícil que esto suceda. Si bien en la compleja sociedad actual también se ha incrementado la esperanza de vida y esto crea un problema para pagar las pensiones, aunque existen soluciones para resolverlo con planteamientos precisos sobre los impuestos y la coherente distribución de recursos económicos para conciliar el bienestar colectivo con la prolongación del tiempo de vida de los habitantes del planeta.
La filosofía también es esencial para entender e interpretar el presente. Y la Historia de la Filosofía nos ayuda en la comprensión de los avances de la ciencia. Ya que como también dice Umberto Eco: «Se está olvidando que, si las ciencias cognitivas han llegado a dónde están, ha sido porque con los filósofos del siglo XVII se empezó un determinado discurso, pero lo peor es que se renuncia a extraer del pasado una lección para el presente». En efecto, el saber filosófico se aplica al conocimiento científico y la reflexión y argumentación son capacidades muy útiles y absolutamente necesarias en las diversas disciplinas y modos de conocer la realidad.
Además, la artificialidad de la existencia está siendo algo que se nota, tal como pone de manifiesto Eco. El hecho de que la mayor parte de los niños de Nueva York puedan creer que la leche es un producto artificial es algo que da que pensar y muestra la necesidad de un cambio en algunos aspectos de la educación. Que parece que empiezan a producirse.
En relación con la función de los libros las reflexiones de Eco son optimistas y con razón. Es cierto que el soporte vegetal o libro puede convivir perfectamente con los medios digitales y con Internet. Son complementarios y no se oponen. También conviene reiterar que los profesores son los verdaderos orientadores de los procesos de aprendizaje, ya que es absolutamente imprescindible saber diferenciar y distinguir la información y el conocimiento fiable y verdadero del que no lo es en Internet. En el libro de Eco se tratan otras muchas cuestiones que son de interés, por lo que recomiendo la lectura del mismo.
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