No cabe duda de que Estados Unidos todavía es la nación más poderosa. Si bien existen estados emergentes que pisan fuerte en el escenario político y económico mundial. China, Rusia e India son grandes potencias también y es necesario contar con ellas en un mundo cada vez más globalizado. La crisis económica y financiera ha debilitado a Norteamérica. El poder en el mundo será, cada vez más, algo compartido por varios países que poseen el mayor poder económico por su población e industria y producción.
Por tanto, los gobiernos de Estados Unidos tendrán que negociar y buscar acuerdos con numerosos países para no perder su supremacía en el mundo.
Aunque también conviene destacar que cuestiones como la del centro de detención de Guantánamo, la pena de muerte, el respeto a la privacidad de las comunicaciones y una sanidad pública gratuita y de calidad son temas pendientes que deberían reorientarse en la política norteamericana actual y futura. Ya sé que con la presidencia de Trump parece casi seguro que estos temas seguirán igual. Y también es cierto que en los ocho años de gobierno de Obama no se lograron avances sustanciales en estas cuestiones.
Los estadounidenses pueden estar orgullosos de su país por muchas razones, pero deben reconocer que, por ejemplo, la pena de muerte que se aplica en varios estados es algo que incumple los Derechos Humanos y es increíble tener que decir esto teniendo en cuenta que la sede de la ONU está en Nueva York. Y esto mismo es aplicable respecto a Guantánamo y a la invasión de la privacidad por causa del espionaje ilegal de las comunicaciones que está en contra de lo señalado por la Organización de las Naciones Unidas.
Velar por la seguridad de todos los ciudadanos está muy bien, pero existen unos límites legales internacionales y también unas normas éticas básicas que deben ser respetadas y cumplidas. Estados Unidos no debería convertirse en un estado policial en aras de un control desproporcionado de los movimientos y de la vida de la gente.
En relación con la cuestión del sistema sanitario en Norteamérica considero que debería crearse una red asistencial gratuita y pública que garantizase el acceso a una buena atención médica para toda la población. Puesto que la sanidad privada existe en todos los países y es complementaria de la pública. Los ciudadanos con más medios económicos pueden preferir la asistencia médica privada algo que es entendible y lógico. Lo que no puede ser es que haya personas que puedan morir por falta de asistencia sanitaria al ser pobres o no disponer de suficientes recursos económicos.
Las peculiaridades de Estados Unidos no justifican que se puedan obviar algunos Derechos Humanos y esto debería ser motivo de reflexión para las políticos y gobernantes de este gran país. El poder de la fuerza debe ser aplicado de modo justo.
Indudablemente, los vaivenes del mundo son mayores que hace decenios y para Estados Unidos esto supone una mayor complejidad a la hora de que el gobierno norteamericano tome decisiones acerca de intervenciones en diferentes zonas del planeta. Si bien se debe respetar la soberanía de los estados.
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