El gran filósofo Platón escribía y disertaba acerca del cuerpo y del alma y consideraba que la materia corpórea era la cárcel del alma. Desde los presupuestos de su idealismo y siguiendo la tradición filosófica pitagórica y órfica afirmaba un espiritualismo inmaterialista. También Parménides de Elea desarrolló o elaboró una doctrina filosófica racionalista y monista basada en la razón. El camino de la verdad se contrapone al de la opinión. Platón también insistía en la preeminencia del mundo inteligible o de las ideas sobre el sensible o material. En cambio, su amigo Aristóteles puso en marcha la biología y la filosofía, desde planteamientos empiristas y observacionales y con un talante realista.
Ya en el inicio de la Modernidad, en el siglo XVII, destaca Descartes que crea un racionalismo basado en la supremacía de la mente o del alma sobre la materia. El dualismo idealista cartesiano no une mente y cuerpo, al contrario los opone. Desde la perspectiva de la neurociencia actual, la propia del siglo XXI, con los avances de la ciencia médica y de los procedimientos de investigación de la neurociencia, de la robótica y la Inteligencia Artificial se está logrando descubrir la interacción entre la mente y el organismo humano, de una manera hasta ahora desconocida. Como muestra de ello, se puede citar el libro de Nazareth Castellanos titulado Neurociencia del cuerpo. Esta doctora en Neurociencia realiza una gran labor investigadora, formativa y divulgadora.
Con las investigaciones de los últimos años, en el campo de la neurociencia, los planteamientos aristotélicos acerca de la interacción psicofísica salen claramente reforzados y también los de los filósofos realistas de todas las épocas y especialmente los del siglo pasado y del actual. Existe un evidente impacto del organismo o del cuerpo en las neuronas, algo que no se había podido demostrar con experimentos, pero que actualmente ya ha sido logrado con pruebas específicas, que miden la correlación de variables, respecto a comportamientos muy concretos de grupos de personas, en situación de experimentación controlada y que muestran resultados muy sorprendentes, que son objeto de estudio y publicación, en revistas científicas especializadas.
Las emociones y los sentimientos influyen, más de lo que se pensaba, en la memorización o en el aprendizaje. Lo aburrido cuesta más tiempo aprenderlo. En cambio, lo que nos apasiona o nos entretiene lo retenemos con más facilidad y rapidez. Todas las emociones conllevan respuestas corporales. Las células de la piel cambian totalmente al transcurrir un mes, pero seguimos siendo los mismos, con la misma identidad.
Las expresiones faciales y del cuerpo también transmiten mensajes que son percibidos por los demás. El cerebro reacciona a las informaciones que recibe del organismo o del cuerpo de una manera mayor y más intensa de lo que se creía. Abrazarnos a nosotros mismos, produce una sensación de paz y de disminución del dolor y esto está comprobado científicamente. Como dice Nazareth Castellanos respirar por la nariz mejora la memoria y es algo que ha sido estudiado experimentalmente. La meditación es una estrategia útil para reducir el estrés y sentir calma. Los monjes budistas que meditan se desconectan de la realidad y también muestran una reducción clara de la conexión entre el corazón y el cerebro. Con el pensamiento interior de cada sujeto o, dicho de otra forma, cuando se piensa en uno mismo, se intensifica la interrelación entre los latidos del corazón y el funcionamiento de las neuronas.
Realmente, la ciencia está demostrando en las investigaciones que se están realizando, que el cerebro y los órganos del cuerpo están mucho más conectados de lo que se creía. Las evidencias cada vez son más claras y numerosas. Esto mismo, a mi juicio, refuerza el materialismo en contraposición al dualismo de mente y cerebro. La inteligencia está expresada a través de procesos eléctricos, químicos y físicos, lo que manifiesta que la actividad intelectual es el resultado de actividades materiales de la sustancia cerebral y de las neuronas, células gliales y de las distintas partes del encéfalo.
La psicología cognitiva y la neurociencia, junto con la robótica y la cibernética y otras ramas de la ciencia están realizando aportaciones cada vez más profundas, al conocimiento del funcionamiento cerebral y corporal. Y todo esto se consigue, con procesos de investigación experimental, en condiciones controladas minuciosamente. De este modo, los resultados son objetivados, sin margen de duda o escepticismo. La mejora de las técnicas y tecnologías médicas de tipo experimental son fundamentales para este mejor y más profundo conocimiento, de la interacción entre el cerebro y el interior del cuerpo.
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