Pensar que, en 2015, un total de 57 mujeres han muerto en España, por causa de la violencia de género es algo estremecedor, e impactante. Refleja, a mi juicio, que queda mucho por hacer. Se pueden realizar grandes declaraciones políticas sobre la lucha contra estas bárbaras conductas, pero no parece que esta estrategia esté dando buen resultado.
Evidentemente, nadie discute que el ministro de Sanidad al llamar a la unidad en contra de la violencia respecto a las mujeres, no esté cumpliendo con su responsabilidad y trabajo. Pero decir que: “existe un sistema muy completo” contra este tipo de violencia me parece fuera de lugar, en vista de los datos de mujeres asesinadas a manos de sus parejas.
Además de sensibilizar y seguir luchando en la buena dirección para evitar que se produzcan agresiones, considero necesaria una mayor protección, a través de más dispositivos electrónicos de alarma y aviso. De este modo, las fuerzas policiales podrán actuar con más rapidez y eficacia.
Ya sé que implantar estos sistemas de protección a través de móviles especiales y otros artilugios es una tarea compleja y difícil, por su coste y por otras razones. Pero, me parece la alternativa que ofrece mayores garantías, de cara a lograr un mayor nivel de seguridad, en casos de malos tratos,etc.
Aunque desde el sistema educativo español ya se está realizando una labor de sensibilización contra la violencia de género, los efectos de la misma se verán, especialmente dentro de un cierto número de años. Y mientras la sociedad va cambiando son indispensables soluciones que den mayor protección a las víctimas. Porque aunque la justicia y el ordenamiento legal defiende los derechos de las mujeres, los actos de violencia extrema siguen ocurriendo.
Y en esta cuestión la prevención del delito es esencial. Porque la vida perdida no se puede recuperar. En otro tipo de delitos se puede lograr compensar los daños de alguna manera, pero en el caso de las asesinadas no.
Dentro de unos lustros, probablemente, este gran problema de la violencia contra la mujer no sea algo frecuente, o incluso casi desaparezca, pero, mientras tanto, se tendrían que poner, a disposición de las mujeres que estén en riesgo de sufrir violencia, aplicaciones de móvil que permitan enviar alarmas a las fuerzas policiales.
Con cambios legales o normativos para que estos sistemas se utilizaran de forma generalizada, y los protocolos de intervención fueran más rápidos de lo que ya son. Es cierto que puede haber errores y falsas alarmas con las aplicaciones, pero parece que el 016 aunque sea muy útil, no es la panacea, y debe seguir funcionando, pero complementado con las mejores apps.
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