Han sido seis meses de una intensa luna de miel entre los mexicanos y su Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien por momentos despliega miel en una república amorosa que empieza a probar la otra parte de la historia, donde la euforia, las porras, las canciones y todo el halo “popular” que acompañó al mandatario, va en descenso como resultado de los desatinos de un gobierno que se ha estrenado en el poder y en el manejo de un país que idealizó el cambio.
La llamada Cuarta Transformación sigue en marcha con los altibajos que han dejado ver a un López Obrador errático, por momentos dubitativo y contradictorio en temas estratégicos como el de su simple comunicación o la forma de confrontarse con los medios de comunicación.
Las últimas semanas han marcado el desempeño del Gobierno de México, debido a los grandes temas insignia como el de la Guerra contra el Huachicol (robo a combustible) que evidenció una falta de estrategia y el riesgo de una abierta confrontación con las ligas más profundas de la delincuencia organizada quienes lanzaron amenazas directas contra la figura presidencial.
Los recortes presupuestales a programas sociales como el de las estancias infantiles fue un golpe en uno de los sectores más sensibles.
Además de todo lo anterior, los desatinos de algunos integrantes del gabinete reflejaron su inexperiencia al contradecir no una sino varias veces las versiones oficiales que pusieron en entredicho la credibilidad del mandatario.
México hace frente a su decisión de haber virado totalmente su historia política y sin embargo, los procesos de transformación nunca han sido fáciles, pues suelen ir plasmados de ese inobjetable binomio: Espejismo o desilusión.
El liderazgo del Presidente AMLO se mantiene firme pese a un reciente desplome de más de 10 puntos en sus niveles de popularidad.
A pesar de ello, ahí están los “amlovers” y los que piden paciencia para ir paulatinamente hacia esa transformación que le urge a un país, donde la corrupción, pobreza y criminalidad se estacionaron en la vida diaria de millones de mexicanos.
Es apenas medio año y las tormentas siguen surgiendo con viento a favor para el actual gobierno emanado de Morena.
Sin embargo, el riesgo de una desilusión está latente en miles de mexicanos que ansían no haberse equivocado al elegir uno de los cambios más drásticos para la vida política del país.
Muchos retos están en puerta para un Andrés Manuel que a veces refleja una desmesurada congruencia y en otras ocasiones exhibe la imposición de ver lo mismo que él ve y en los tonos que los ve.
Haber llegado a la presidencia de México impulsado por Morena sigue evocando el halo entusiasta de una campaña donde se fueron sumando y subiendo al barco todos los damnificados políticos que por intereses personales dejaron sus partidos para sumarse a una 4 Transformación sin convicciones y con mucha ambición.
Este es un tema que tarde o temprano traerá altos costos políticos a un partido en el poder que empieza a exhibir esos viejos vicios de los antecesores que tanto criticaron.
Dos temas están en la mira para los próximos días y la forma en que AMLO los enfrentará.
La carta conciliadora y de “amistad” enviada a Trump después que éste amenazara con aplicar altos aranceles a productos mexicanos con la finalidad de frenar la migración, es sólo un paliativo que exige de parte de México una postura más sustentada y no sólo hacer evidente la relación de amistad entre México y Estados Unidos.
El Caso Odebrecht en México y las órdenes de aprehensión a Emilio Lozoya ex director de Pemex y al empresario de Altos Hornos de México Alonso Ancira abre la gran pregunta de todos los mexicanos para esperar que se aplique la ley a quienes cometieron actos de corrupción recibiendo sobornos o blanqueando dinero, aunque la gran pregunta es si López Obrador estirará la liga hasta llegar al ex Presidente Enrique Peña Nieto, o sólo se trata de un escenario de advertencia.
Lo cierto es que el Presidente más votado en México llegará a su primer año de gobierno con un desgaste real propio del poder y de todo lo que implica haber generado altísimas expectativas que una vez confrontadas con la realidad hacen cada vez más terrenal la figura de AMLO en México.
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