Los datos obtenidos por el INE sobre la situación social y económica de nuestro país no son nada alentadores sino todo lo contrario. Lo digo por la gran desigualdad económica existente que ponen de manifiesto y también por la injusticia social que es el resultado derivado de la misma. Que un 28,6% de los españoles estén en riesgo de pobreza y exclusión social es un dato muy negativo y que no se debe tolerar.
Y que esté aumentando la pobreza, especialmente, en algunas comunidades autónomas españolas es algo que es inaceptable desde una perspectiva política y cívica que tome como referencia los principios constitucionales y los Derechos Humanos. Parece que las variables macroeconómicas están mejorando poco a poco, pero esto no se nota en la vida real de las personas con escasos recursos.
También es cierto que en 2014 la tasa de pobreza era un poco más elevada, pero esto no sirve de consuelo, ya que el drama de muchas familias por disponer de escasos ingresos se agrava y es casi insostenible. Indudablemente, existen las ONG para apoyar y dar ayuda a las personas en situación de necesidad y pobreza, pero esto no es suficiente, ya que a quien de verdad corresponde según la Constitución, etc., garantizar que las necesidades vitales básicas de todos los ciudadanos son atendidas adecuadamente es al Estado a través del Gobierno. Y, a mi juicio, esto no se está realizando en todos los casos de ciudadanos que se ven afectados por la precariedad laboral y por el desempleo y la falta de recursos económicos. Es verdad que existen el subsidio o prestación por desempleo y el salario social y otras ayudas, pero no siempre llegan a sus destinatarios con la rapidez deseable, etc.
La política económica española creo que debería de aplicar, siguiendo los planteamientos del Premio Nobel de economía Paul Krugman, un aumento del gasto público con el propósito explícito de mejorar las expectativas y también de crear demanda ajustando el déficit fiscal de modo paulatino. Debe subir más el gasto público del propio Estado, aunque se incremente el déficit, porque lo fundamental es que la economía crezca fuertemente creando mucho más empleo. Incluso Keynes decía algo parecido también hace muchos años. Puesto que afirmaba que la armonización de las variables económicas corresponde al Estado.
Es indudable que la economía no es una ciencia exacta, pero esto no justifica que existan unos desajustes muy profundos en el mercado y en el sistema productivo español que causen desigualdades enormes entre los españoles. Ya se sabe que un cierto nivel de desigualdad económica es inevitable por numerosas razones, pero lo que es inadmisible es que casi uno de cada tres españoles esté en riesgo de pobreza y exclusión social.
Y mientras tanto los ciudadanos saben que las ingentes cantidades de dinero sustraídas por los corruptos de los fondos públicos perjudica la situación económica del país y de todos los ciudadanos, especialmente, de los más afectados por la crisis económica. Y esto es muy grave.
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