Tal parece que en México no olvidamos a nuestros ancestros y nos gusta hacerle una permanente ofrenda a Mixtli (Dios de la Muerte).
Sólo así se entiende que México sea uno de los pocos países donde inicie el 2021 con playas abarrotadas de gente, calles de la Ciudad de México con una movilidad lejana al semáforo rojo de una pandemia.
Y varias ciudades del país en condiciones similares donde la gente sigue jugando una ruleta rusa sin acatar los protocolos sanitarios y medidas de prevención para evitar los contagios de Covid-19.
Con 1,437,185 casos confirmados; 126,507 muertes reportadas y 407,709 casos sospechosos, México refrenda su fracaso frente a una pandemia, donde no sólo ha sido el gobierno, sino también una sociedad culturalmente erigida como “la raza de bronce” que se cree resistente y desafía constantemente a la muerte.
Sin embargo, la realidad es dolosa cuando se recorre el país para observar las otras imágenes. Son miles de mexicanos abarrotando hospitales, buscando en el mercado negro tanques de oxígeno, algunos otros medicándose desde sus casas o haciendo turno en los crematorios para darle el último adiós a sus familiares.
Las primeras horas de este 2021 reflejan la irresponsabilidad de miles de mexicanos que salieron de la capital del país para dirigirse a las playas del país, hasta donde llegaron los asintomáticos o muchos que ya portan el virus sin saberlo, pues nunca se han hecho una prueba de covid.
Los semáforos sanitarios establecidos por los gobiernos estatales y el de la ciudad de México, son ignorados frente a la gran movilidad de los mexicanos que de manera irresponsable como estampida se lanzaron a romper la cuarentena frente al mar.
Gobernadores han sido rebasados con todo y las medidas extremas aplicadas en sus territorios donde la población sigue en las calles concentrada en espacios de alta circulación y en muchos casos sin portar cubrebocas.
Las 126 mil muertes en México son un costo muy alto no sólo para un gobierno que llegó para evidenciar su novatez y poca cultura de la prevención frente a una pandemia.
A todo lo anterior hay que agregar la parálisis de una economía que hoy golpea a los bolsillos de la población que contradictoriamente se resiste a disciplinarse para lograr que la actual situación de emergencia se supere con mayor rapidez.
El riesgo no es menor y ante la gran concentración de gente que al inicio de este año se observó en las playas mexicanas, sólo se espera que las consecuencias no sean letales para un país que se mantiene en un constante desafío frente a la muerte.
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