La serie “Las aventuras del capitán Alatriste” vuelve a la pequeña pantalla de la mano de Telecinco. Se emite los miércoles a las 22,30 horas.
El que fue capitán de los Tercios de Flandes, Diego Alatriste, sobrevive ahora como espadachín a sueldo en la España del S. XVII. Las intrigas palaciegas y sus propios escarceos con la ley lo conducirán a complicadas situaciones.
En el trono, el joven rey Felipe IV vive más interesado por las infidelidades y la caza que por llevar los asuntos políticos del país. Para ello, el monarca delega la gestión de su reino al conde-duque de Olivares, quien no lo tendrá fácil ya que la corrupción se ha instalado en el gobierno.
La serie está repleta de violencia, sexo explícito entre burdeles, traiciones, conspiraciones y lenguaje soez e irreverente.
“Las aventuras del capitán Alatriste” ha sido la gran apuesta de Telecinco para empezar la temporada 2015. Coproducida con Alemania y Hungría, esta ficción ambientada en el Siglo de Oro, cuyos escenarios fueron recreados en los estudios Korda de Budapest, ha contado con un presupuesto aceptable y la revisión del autor de las novelas protagonizadas por Alatriste, Arturo Pérez-Reverte.
A pesar de la incorporación de personajes y tramas que no aparecen en los libros, la base sobre la que se desarrolla la serie es la que Pérez-Reverte da a sus novelas: una España en decadencia, en la que la hipocresía y la corrupción se ceban en ciertos ambientes políticos.
A estas aventuras lo que les falta son: sucesos arriesgados y difíciles que se interpongan en el camino del protagonista de forma oportuna y convincente. Las acciones se traen forzadamente a una trama que tiene, en sí misma, poca envergadura. Más hincapié se hace en las posibles debilidades humanas, en sus efectos y no en sus causas.
El reparto coral ayuda a difuminar las carencias de un guión que se mete en demasiadas historias para no profundizar en ninguna. Con 13 capítulos a la vista, auguramos más de lo mismo en una entrega tras otra, sin posibilidad de sorprender o impresionar pasados los primeros capítulos.
Una de las licencias más arriesgadas ha sido la decisión de colocar a personajes históricos en hechos ficticios y darles, a algunos ellos, un lugar relevante en el guión, con el único fin de otorgar más fidelidad a una época que a los propios personajes.
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