Toda la tragedia íntima de una longeva, de 84 años, ha emergido de forma vehemente. Lo que más le aflige es su deliberado aborto. Sucedió hace 57 años. Entonces tenía 27 primaveras. Fue metida en un chiringuito abortista. “Aquello era una pocilga, una carnicería”, afirma. La interrupción voluntaria del embarazo (aborto), se realizó sin cloroformo.
Al poco tiempo se plantó, esperando un nuevo hijo y cuatro mas. Todos los nuevos embarazos acabaron en aborto no provocado si no como resultado del primero al que fue encadenada para siempre. Los síntomas post-aborto la escoltarán a lo largo de toda su existencia.
Cuando se asesina a un inocente a través del aborto, la primera víctima es el bebé por nacer. La segunda víctima atormentada es la madre. Millones de jóvenes se han hundido en el fraude del aborto, y casi todas ellas, están penando lo que se denomina como “Síndrome Post-aborto”. Así lo prueba la institución abortista más significativa del universo, la Federación Internacional de Planificación Familiar, al aseverar que: “la incidencia del trauma post-aborto, para jóvenes de abortos quirúrgicos, puede llegar a alcanzar hasta el 91% de los casos.”
Por otra parte, el Gobierno de Finlandia desveló tener siete veces más suicidios entre jóvenes que habían abortado de acuerdo con el último informe sobre una muestra de 9.000 mujeres. Un estudio estremecedor y patético. A los atisbos del mundo, no les pasa nada a las jóvenes que abortan porque es legal, sin embargo se vuelven dementes; el 64% de ellas ingresan en sanatorios psiquiátricos después del aborto, según una investigación de la Universidad de Baltimore, USA y “el 59% sufren trastornos psiquiátricos graves y permanentes tras el aborto”, según la Real Academia de Obstetricia de Inglaterra.
El aborto crea diversas y arduas trabas de robustez física y anímica en la mujer; se despliega la crisis del estrés postraumático que evoluciona en un sufrimiento y temor que llevan a la depresión, incremento del consumo de alcohol y de drogas, cambios del comportamiento en la alimentación, trastornos de ansiedad, pérdida de autoestima e intentos de suicidio.
El doctor Nathanson, adelantado defensor del aborto en los Estados Unidos, incluido el de su propio hijo, y que se convirtió a la fe dentro de la Iglesia Católica, testifica afligido: “La Humanidad hoy se arrepiente de la esclavitud de ayer, y pronto se avergonzará del crimen del aborto”.
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