Un desconocido realizador oriental, Daniel Yum, sorprendió al mundo cinematográfico con su pequeño filme “Gift” (Regalo), que obtuvo el primer Premio en el Festival de Cortometrajes de Singapur.
Es una historia conmovedora, que nos habla: de nuestro juicio equivocado sobre los demás, del amor escondido de un padre hacia su hijo, del afecto desinteresado hacia los demás; de la solidaridad, de la ternura, de la bondad; del mundo de los niños que están enfermos y del cariño que necesitan. Pero, sobre todo, de lo que podemos inspirar a otros, de lo que es verdaderamente el legado de nuestra vida.
Cuando hayamos concluido nuestra existencia, podríamos preguntarnos: ¿Quién fui yo, en realidad? ¿Qué logros conseguí en mi vida? Fui aquello que sembré en los demás: fui alegría, esperanza, ilusión, amor; o fui resentimiento, amargura, desesperanza y envidia. Esa será nuestra herencia, y también el recuerdo que dejaremos.
La historia de este filme comienza con un chico que regresa, no se sabe de dónde ni por qué. Y empieza a recordar lo dura que fue la vida con su padre. Su memoria mana tristeza y amargura, mientras la voz en off se ahoga en el resentimiento: “No me gustaba mi padre. Nunca le amé. Odiaba aquella vida pobre y deslucida”. En algún momento es capaz de reconocer algo bueno: “Mi padre trabajaba más que los padres de mis amigos”, pero sólo es para llegar a una triste conclusión: “Pero nunca lo consideré inteligente”. Y, lo que es aún más terrible: “Nunca lo vi como un ejemplo para mí”.
Cuando, pasados los años, consiga el triunfo y regrese a su casa, descubrirá “quién fue” su padre, y cuál fue su legado en esta vida: para los demás; y, en primer término, para él. Comprendió que la vida de su padre había sido un gran don. Un regalo. El mayor regalo.
Animo a que se vea hasta el final. Y, si los subtítulos en castellano molestan, se puede ver aquí la cinta original en inglés. Que todos descubramos ese regalo.
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