Johan Cruyff (en la imagen): los cigarrillos que fumaba desde el banquillo dañaron su corazón que le llevó a una intervención quirúrgica. En 1991 superó un «bypass» con el que los médicos sortearon las obstrucciones de sus arterias coronarias. Después dejó de fumar y ahora, 24 años después, el tabaco le pasa su segunda factura: un cáncer de pulmón, la enfermedad maligna más frecuente en el mundo y también la que más muertes provoca, en el 85% de los casos.
“El fútbol me lo ha dado todo en la vida, en cambio fumar casi me lo quita”, con esta contundente frase concluía el anuncio que Johan Cruyff protagonizó para la campaña publicitaria de la Generalitat de Catalunya.
La información no desvela el tipo de tumor que padece. Aunque, todo apunta a que el suyo puede estar relacionado con el consumo de tabaco, «un carcinoma escamoso o quizá otro más agresivo llamado microcítico o de células pequeñas», aventura Ignacio Gil Bazo, especialista en Oncología Médica y coordinador del Área de Tumores de Tórax en la Clínica de la Universidad de Navarra.
Cruyff es el ejemplo de que el abandono del tabaco no elimina por completo el riesgo. Su cáncer ha aparecido más de dos décadas después de que se fumara el último pitillo. Por eso, los oncólogos insisten en la importancia de que los jóvenes no se incorporen al hábito y la necesidad de implantar programas de detección precoz para la población de mayor riesgo, como ya se hace con la mamografía en el cáncer de mama.
“El cambio puede ser radical: de una mortalidad del 90% a una supervivencia del 80% si se detecta precozmente el cáncer de pulmón y se le da el tratamiento adecuado”. Esta es la declaración de Claudia Henshcke, investigadora principal del estudio internacional para la detección precoz de cáncer de pulmón IELCAP.
El escáner es la prueba más sensible. El problema es su elevado coste para implantarlo a gran escala. La prueba oscila entre los 200 y 400 euros, una cantidad elevada si se compara con una radiografía y muy pequeña si se piensa en los miles de euros que puede costar tratar en un mes a un solo paciente con un tumor de pulmón. Gil Bazo cree que el precio no debería ser el problema, porque la prueba reduciría la mortalidad tanto como hace la mamografía para el cáncer de mama.
En Estados Unidos ya han incorporado el TAC anual a sus sistema público de sanidad.
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