Orlando Ayala es Presidente Mundial para Mercados Emergentes de Microsoft. Y es colombiano, a mucho honor. En esta entrevista nos habla del negocio social como nuevo modelo económico que busca superar la pobreza a través de la tecnología en educación, en alianzas de las empresas con otros grupos sociales.
La educación es la clave
A Orlando Ayala nunca se le pasó por la mente, cuando cursaba de noche su carrera universitaria en Bogotá y financiaba sus estudios con un trabajo modesto -“donde me pagaban muy poco”, dice-, que con el tiempo terminará al lado de Bill Gates en Microsoft, nada menos que como Presidente Mundial para Mercados Emergentes.
De ahí su preocupación por la educación en nuestros países, en especial cuando recuerda que “Bill” destacó hace poco cómo las personas sin estudios tienen un 90% de posibilidades de fracasar en la vida, sin poder salir del círculo vicioso de la pobreza.
Eso explica, además, el reclamo que hace a nuestros empresarios, en nombre de su responsabilidad social, para que contribuyan a dar educación, generar empleo y desarrollar, junto al gobierno y otros sectores de la sociedad, políticas de inclusión, no excluyentes, en un proceso de reconciliación nacional, similar al de Sudáfrica bajo el liderazgo de Nelson Mandela.
“Los empresarios deben entender eso, jugando un papel clave en la reconciliación, por el futuro del crecimiento económico pero también por la democracia y la paz de Colombia”, afirma con entusiasmo, con auténtico espíritu nacionalista.
“Hay que cambiar de modelo económico”, sentencia mientras niega, en tono crítico, que la responsabilidad empresarial sea sólo pagar impuestos “para que la gente no se nos venga encima”.
Y como hoy son tantos los jóvenes que a diferencia suya no pueden trabajar ni estudiar…
Cambio de modelo
No es economista, pero es como si lo fuera. Habla del modelo económico, el cual en su concepto no puede estar al margen de los aspectos sociales y, por tanto, de la RSE, de manera que el modelo sea también socialmente responsable.
¿En qué consiste el cambio? Ante todo, en sellar alianzas en tal sentido, para atacar los problemas sociales, con otros miembros importantes “del ecosistema de negocios”, como son gobiernos, más empresas privadas, entidades multilaterales y sin ánimo de lucro, etc.
Es lo que él mismo acaba de hacer en Nueva York, donde se reunió con las fundaciones más importantes del planeta, comprometidas con un enfoque social en el modelo económico, del que Microsoft precisamente, por iniciativa de Bill Gates, es a todas luces ejemplar.
En efecto, Orlando Ayala es responsable, en la presidencia a su cargo, de promover el acceso a la tecnología entre los cinco mil millones de personas que aún se encuentran excluidas de ella en perjuicio de su calidad de vida.
Claro que esto es Responsabilidad Social Empresarial. Pero, la trasciende: no se queda en la simple donación o la filantropía sino que facilita, a través de los computadores y su manejo adecuado, mayor educación o capacitación, “para que la gente pueda progresar”.
No se trata, pues, de gastar plata en nombre de causas nobles, como pudiera pensarse a simple vista. No. Detrás de los programas en beneficio de los sectores desprotegidos de la población, hay un interés económico, empresarial: convertir a esas personas, con el paso del tiempo, en consumidores de sus productos y servicios, que es un propósito legítimo, válido.
Es el negocio social, para expresarlo sin rodeos. Que implica reformas de fondo en las empresas, desde la estructura de la organización a partir de sus máximos directivos hasta la formación de grupos especializados como el que él dirige a nivel mundial.
Es apostarle al largo plazo, mejor dicho.
El negocio social
En alguna visita a Cartagena de Indias, Bill Gates habló del negocio social, concebido como el hecho de dar soluciones en las empresas a la gente desprotegida, de menores recursos.
Según Ayala, no es el concepto tradicional de RSE, aunque también tiene, como lo dice su nombre, el componente social, el cual a su vez aparece en aquel con carácter empresarial, de negocio (social-empresarial, para ser exactos).
Que la empresa sea social, en síntesis, sin dejar de ser un negocio, por la sencilla razón de que debe seguir siendo rentable para sobrevivir en un mercado cada vez más competido. Y no sólo rentable sino super-rentable porque en definitiva esta ayuda a familias pobres se convierte en un gran negocio para Microsoft en el largo plazo, fuera de educarlas.
“No es filantropía”, insiste, subrayando lo que dijo en una amplia entrevista al “New York Times”, donde planteó que las actividades filantrópicas no pueden ser sostenibles mientras éstas, en cambio, sí lo son como de veras se requiere para sacar a la gente de la pobreza.
Recuerda, a propósito, las palabras que la madre de Bill Gates dijo a éste en su lecho de muerte: “Los que más han recibido son los que más tienen que dar”, mandato bíblico que el dueño de Microsoft sigue al pie de la letra aunque dentro de la citada sostenibilidad.
Se busca, entonces, trasladar los enormes beneficios del desarrollo científico a todas las personas (inclusión social), en forma acelerada y no con la lentitud que se ha tenido hasta hoy, lo cual representa en la práctica un “potencial ilimitado”, de miles de millones de nuevos consumidores, que le garantiza a la empresa su continuidad en el futuro por ser la clave del éxito económico a escala global.
“Si no se le apuesta a eso, el negocio desaparece en el largo plazo”, advierte.
Mensajes para empresarios
Antes de concluir la entrevista, Ayala volvió a lo dicho en un principio: los empresarios tienen el deber ineludible de construir país, para lo cual el desarrollo de la tecnología es indispensable.
Según él, deben apostarle básicamente a tres cosas: a la educación, en primer lugar; a la innovación, y, por último, a la generación de empleo, aspectos que están unidos como en un triángulo virtuoso.
En materia educativa, aplaudió esfuerzos como el de la Alcaldía de Medellín, en la administración de Sergio Fajardo, que destinó 40% del presupuesto a formación escolar, una acertada decisión política -anotó-, digna de ser seguida por el sector privado.
En innovación, elogió también la transformación del Sena en los últimos años, que no dudó en calificar como la de mayor trascendencia en América Latina por haber pasado de formar albañiles al manejo del software, logrando que alguien creara un sistema de riego por computador o que los discapacitados puedan hacer uso de la tecnología.
Con los elementos anteriores, la generación de empleo es consecuencia lógica, inevitable.
Es como intentar repetir la historia que él vivió cuando en medio de circunstancias adversas, con un empleo modesto mientras cursaba de noche sus estudios universitarios, pudo llegar a trabajar junto a Bill Gates, honor que tanto enorgullece a los colombianos.
¿Qué pueden hacer nuestros empresarios -cabe preguntar- para hacer realidad tan bello sueño?
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