El ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, admitió este jueves que el Gobierno de Dilma Rousseff “sacrificó” su meta de ahorro fiscal para elevar las inversiones en políticas sociales como la sanidad y la educación pública.
“Estamos haciendo el esfuerzo máximo, pero sin renunciar a las inversiones. La inversión del Gobierno llegará a su mayor nivel en 2014”, dijo Mantega en una entrevista al portal G1, a tres días de las elecciones presidenciales en las que Rousseff aspira a la reelección.
El jefe económico del Gobierno no garantizó que se consiga cumplir la meta de ahorro fiscal del 1,90% del Producto Interno Bruto (PIB) y dijo que será “difícil” lograr esa cifra.
“No hay despilfarro. Lo que tenemos es un gasto muy importante para la población”, explicó Mantega, quien ha ya anunciado que no formará parte del Gobierno a partir de 2015, aunque la presidenta fuera reelegida en las urnas.
El superávit fiscal primario, indicador que mide el ahorro de las cuentas públicas destinado al pago de la deuda, se ha contraído paulatinamente en los últimos meses debido a la desaceleración de la economía, lo que ha provocado una importante caída de la recaudación de impuestos.
En los doce meses que se cerraron en agosto pasado, el superávit primario ascendió a 47.500 millones de reales (unos 19.400 millones de dólares), equivalente al 0,94% del PIB.
La semana pasada, el Ministerio de Planificación anunció que necesitará usar 3.500 millones de reales (unos 1.450 millones de dólares) de un fondo soberano creado para tiempos de crisis para conseguir cuadrar las cuentas.
Las principales agencias de calificación de riesgo han bajado la nota de la deuda de Brasil o han amenazado con reducirla en los próximos meses debido al deterioro de las cuentas fiscales.
Los adversarios políticos de Rousseff han sido especialmente críticos con las políticas económicas de Mantega, al que responsabilizan de haber llevado al país a una “recesión técnica” acompañada de una inflación en torno al 6,5% anual.
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