El heredero al trono británico lanzó el martes la sucursal rumana de su “Fundación de Beneficencia Príncipe de Gales”, que apunta a apoyar la agricultura, a las empresas responsables y a mejorar la protección del patrimonio y el ambiente en el país balcánico.
La fundación tendrá su sede en Viscri, uno de los refugios rurales que el Príncipe Carlos posee en Transilvania, en una de las casas del siglo XVI que el comprara algún tiempo atrás. “Vamos a comenzar nuestra actividad ofreciéndole a la gente local cursos y entrenamiento en algunas artesanías tradicionales, que deben ser revividas y preservadas”, de acuerdo al comunicado de prensa.
El príncipe Carlos está actualmente en su visita anual a la región rumana de Transilvania, en el refugio rural que él posee en las aldeas de Valea Zalanului y Viscri. El lunes el príncipe salió para una breve caminata en la foresta e hizo de juez en un certamen de siega de césped entre cuatro equipos locales, de acuerdo a informes periodísticos. Los miembros de la realeza británica tienen una antigua conexión con Rumania. Los dos países estuvieron ligados dinásticamente en los días de la monarquía rumana, que terminó luego de la toma del poder por parte de los comunistas en 1947.
Una de las más notables reinas de Rumania, María, quien fuera reina antes de la Segunda Guerra Mundial, era la nieta de la reina Victoria de Gran Bretaña, y fue cercana amiga, como así también pariente, del Rey Jorge V, quien gobernó Gran Bretaña desde 1911 hasta 1935. El último rey de Rumania, Miguel, fue privado de su trono casi inmediatamente después de su retorno del casamiento en Londres, en 1947, de la monarca actual, Isabel II, su prima tercera.
Apasionado ambientalista, el Príncipe Carlos ha visitado la región durante años en sus vacaciones, gozando del paisaje montañoso y manifestando un agudo interés por los temas ambientales locales, tales como la protección de las forestas amenazadas. En el pasado, había alertado que la tala descontrolada podría tener como resultado que Rumania terminara teniendo enorme áreas áridas, como las Tierras Altas de Escocia o partes del Canadá, que también antes estuvieron cubiertas de forestas.
“Si seguimos en el mismo camino, terminará por destruirse todo y la gente más tarde dirá: ‘Queremos esto de vuelta'”, dijo el Príncipe Carlos. Transilvania y los Cárpatos adyacentes están entre los últimos ambientes no arruinados en Europa. Las montañas son la morada de más de 1.200 especies de plantas, pero también de muchas especies de animales, erradicadas hace mucho de otras áreas de Europa por la industrialización y la vida moderna, tales como el oso pardo, los linces y el lobo. Sus picos de 2.500 metros de altura son también la morada de raras águilas y muchas otras aves salvajes.
Rumania todavía tiene grandes bosques en los Cárpatos y más allá de ellos. Alberga alrededor del 65 por ciento de los bosques vírgenes que todavía quedan en Europa, fuera de Rusia.
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