En Olivenza, Extremadura, el 23 de enero de 1949, hace ya setenta años, en una especie de comedor gratuito, donde se repartía comida a niñas, se multiplicó el arroz. Fue aprobado este milagro oficialmente por el Vaticano en 1974 para la canonización del beato Juan Macías.
Existen personas, suponemos de buena voluntad, que se encuentran en un dilema personal y de conciencia y de conocimiento, ante el problema de la existencia de Dios. Aquí, al referirnos a ese concepto, nos referimos a la definición occidental monoteísta de Dios, no a las orientales.
Existen, suponemos, personas de buena voluntad, que seria y profundamente, se cuestionan si existe Dios. Sabiendo en su fuero interno, de que al aceptar el concepto de Dios, o no aceptarlo, la visión y perspectiva y dimensiones de y sobre la vida y existencia cambia radicalmente.
Desde luego, dentro de los monoteísmos occidentales, las concepciones de Dios son diversas y diferentes, pero aquí estamos refiriéndonos al Dios del cristianismo, y en concreto al Dios del catolicismo, porque este signo y señal prodigiosa y milagro se refiere a algo aprobado y en el seno del catolicismo.
Una persona, puede estar en la posición ideológica o de creencias que quiera o desee o pueda, por diversidad de razones, causas, motivos, argumentos, fines, intereses, heridas, traumas en una posición teísta o ateísta o agnóstica o creyente en otra religión no cristiana. Pero desde luego, toda persona, tiene el derecho y el deber de plantearse, si existe Dios, y dentro de las varias concepciones religiosas-revelaciones-espiritualidades-metafísicas religiosas existentes en el mundo, cual tiene más visos de racionalidad, verificabilidad, verificación, de veracidad, de demostrabilidad. Sin negar las obscuridades y negruras y dudas de estos temas, tan complejos.
Este signo o señal prodigiosa o milagro aprobado oficialmente, por el catolicismo, y que ustedes deberían leer e informarse de los procesos, tan largos y extensivos, para que un signo especial sea aprobado por el Vaticano como milagro. Lean y relean y reflexionen y piensen y mediten sobre dicho sistema y proceso. Y quizás, se les aclaren muchas ideas…
Generalmente, el catolicismo, por diversas razones, algunas conocidas por mí, al menos eso creo, pero otras ignoradas, no hace demasiado alarde de estos hechos, que aprueba y estudia y reflexiona, pasando por diversidad de comités de testimonios, comités científicos, y al final, comités teológicos, y terminando en la sanción y aprobación y firma del Sumo Pontífice.
Ante, el problema de Dios, existen pruebas filosóficas, metafísicas, religiosas, históricas, etc., de la posible existencia de Dios, de la posible demostración que el Nazareno sea Dios, Hijo de Dios. Pero también, existen estos signos prodigiosos. El catolicismo aprueba oficialmente, y esto es muy difícil y largo y arduo el proceso, varias docenas de milagros cada año. Véanse el fenómeno de Lourdes, que se podría completar y complementar con el tema que tratamos aquí.
Una gran y grave pregunta, es si la persona equis o zeta, de verdad, quiere buscar la existencia o la posibilidad de la existencia de Dios. Si de verdad, quiere hacerlo, además de estudiar y analizar y reflexionar y meditar con y en argumentos filosóficos e históricos y de otro tipo, debería bucear en la cuestión del milagro, del milagro católico. Hasta dónde yo sé, este fenómeno, no se produce de igual forma, en ningún otro sistema de creencias. Ni mucho menos, el estudio y análisis tan pormenorizado y radical y profundo de reglas y comparaciones y comprobaciones que en el catolicismo se producen…
También una persona que no cree en Dios, o dice no creer en Dios, que son dos cosas muy diferentes. Tiene el deber y el derecho de plantearse seriamente, por qué no cree, que razones existen o son existentes para eso y para ello y por ello.
Tiene que analizar si son razones de endoculturación familiar, o de traumas producidos en su seno familiar que se han ido heredando de generación en generación, tiene que pensar que es consecuencia de la guerra civil que la Península Ibérica sufrió, o si se debió si esa persona existiese en Europa, por los acontecimientos de las dos guerras mundiales y su repercusión en su familia, o, si es por razones filosóficas, o históricas o sociales o culturales, o si simplemente es, si es capaz de llegar a eso, porque tiene hábitos y costumbres inmorales, ha caído en hedonismos o epicureismos o materialismos o en relativismos morales, e incluso filosóficos. O porque personalmente ha sufrido una grave herida, por ejemplo, pérdida de un hijo o de un padre o de un hermano, y eso le ha llevado a pensar que no existe Dios. O ha tenido una enorme dificultad, y cree que Dios no le ha escuchado en sus peticiones. O, o un combinado de estas razones u otras…
El que no cree en Dios, o dice no creer, también tiene la obligación hacia si mismo, y hacia los demás, hacia sus familiares, hacia la sociedad en general o hacia la humanidad, plantearse y preguntarse seriamente por qué no cree. Porque de su respuesta positiva o negativa, puede tener más influencia en sí mismo y en los demás, de lo que cree. Una pregunta y cuestión que debe arrastrar durante años y años, no abdicar de ella…
Que una persona equis, haya cometido un error moral muy grave, con consecuencias muy graves o menos graves, no tiene que llevarle a pensar que no existe Dios, porque en el fondo no quiere o no desea que no exista Dios. Porque así, si no existe Dios, en la concepción occidental, nadie le va a juzgarle, nadie le va a poner reglas morales, no habrá Juicio Particular, no hay juicio moral por parte de ningún sistema ético fuera de él, sino solo por su propia autoconciencia, que puede ser de un tipo o de otro, laxa o escrupulosa, materialista o hedonista, o, y no habrá después Eternidad Buena, ni Eternidad Mala…
¡Que yo no desee que exista el Himalaya, no quiere decir, que no exista, que yo desee que exista el Himalaya, no quiere decir que exista…!
El ser humano tiene que realizar una labor muy difícil, que es perdonarse a si mismo. Quizás, si las personas se perdonasen más a sí mismas, les sería más fácil estar abiertos al Buen Dios, al Gran Misterio y Enigma, a la Gran Pregunta y a la Gran Respuesta del Universo, que es en definitiva, Dios.
Al final, usted será ateo o agnóstico o lo que quiera o desee, pero la inmensa mayoría de seres humanos, durante miles de años, desde la prehistoria posiblemente, han creído en un Principio Infinito, que ahora denominamos Dios. ¡La inmensa mayoría, el fenómeno de tanto ateísmo o agnosticismo actual, es un fenómeno propiamente actual y de Occidente, no de la humanidad, ni siquiera del mundo actual…!
¡Y, sin que nadie se ofenda, el siglo veinte llenó el mundo de campos de trabajo, de concentración, de exterminio, y nos guste o disguste, la mayoría o inmensa mayoría estuvieron patrocinadas por ideologías filosóficas y sociopolíticas que eran en su raíz y seno mas profundo y esencialmente ateas…!
¡O dicho de otro modo, todavía el teísmo, con todas sus limitaciones y posibles deficiencias, defiende más y mejor la dignidad humana y los derechos de los seres humanos, nos guste o disguste esta es la realidad histórica…! ¿O, todavía, exista Dios o no exista, el ser humano, la humanidad, cada ser humano, la especie tiene más posibilidades de sobrevivir como especie y sociedades, si cree en Dios, un Dios racional y altamente moral, que si no cree en Dios…! ¡Y, y esto, lo admiten también algunos ateísmos, que indican que exista o no exista Dios, el ser humano todavía necesita el concepto de Dios, para vivir y sobrevivir, individual y colectivamente, porque Dios, es diríamos un dique contra la angustia, el sufrimiento, la injustita, la soledad, individual o colectiva…!
Para terminar transcribiré la placa en cerámica que existe en el lugar de este signo prodigioso: “En Memoria del Milagro de la Multiplicación del arroz, ocurrido aquí el 23 de enero del 1949. Laus Deo”. ¡Pues Laus Deo y Paz y bien…!
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