El silencio es abrumador cuando se trata de ignorarlas, invisibilizarlas, menospreciar su trabajo, sus necesidades, su existencia.
Ellas son mujeres indígenas que habitan en un México donde sólo existen en los discursos políticos, donde son referencia para ensalzar el activismo político de reflector.
Existen cuando le conviene al gobierno en turno exhibirlas en templetes y actos donde se necesite incorporarlas al espectáculo de la “sensibilidad” gubernamental.
En México, más de 6 millones 146 mil mujeres son indígenas. Casi 80 por ciento de ellas, viven en la pobreza.
Ellas siguen representando el olvido no sólo de Gobiernos sino también de una sociedad que las sigue discriminando por razones étnicas y también de género.
Muchas de las mujeres indígenas que en pleno siglo XXI habitan las zonas rurales y urbanas del país, carecen de seguridad social, seguridad alimentaria, vivienda digna, servicios básicos y alfabetización.
Ellas al igual que las mujeres que habitan en zonas urbanas, enfrentan la violencia doméstica, son víctimas de feminicidios, madres solteras, algunas son criminalizadas por delitos que se les imputan sin darles la oportunidad de tener un abogado defensor y un traductor en su lengua natal.
En nuestro país, gobiernos van y gobiernos vienen presentando programas de rescate para los llamados Pueblos Indígenas. Todos ellos, tienen como destino final el clientelismo político que está muy lejos de visibilizar a esas mujeres que desde sus comunidades hacen frente a un destino injusto, donde sus posibilidades de subsistir son mínimas.
Anualmente cuando en este mes conmemoramos el Día Internacional de la Mujer Indígena no basta con llevarlas al reflector. Hacen falta acciones para darles seguridad, contención, trabajo y un respaldo real que no sólo se quede en mostrarlas como parte de una estadística desafortunada en México y en muchos países de América Latina.
Muchas mujeres indígenas están levantando la voz desde los espacios que encuentran disponibles, para mostrar su realidad e iniciar un activismo que nos muestre esa otra realidad que nos empeñamos en ignorar.
La situación de las mujeres indígenas en México es grave sobre todo cuando es una realidad que el actual Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador ha minimizado la agenda de género.
La deuda con ellas sigue intacta mientras sigamos ignorando su pobreza, su maltrato, sus carencias y su existencia.
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