Con gran frecuencia se tiende a usar de manera indistinta los términos de gobernanza y gobernabilidad, la realidad es que tienen una connotación diferente. Gobernabilidad es la capacidad de un gobierno legítimo con sus facultades y recursos para dar respuesta a las demandas sociales y asegurar la estabilidad política, el desarrollo económico y la paz social.
La gobernanza, por su parte, es una nueva forma de gobernar que reconoce que los gobiernos no son capaces de dar respuestas a las demandas sociales y para ello necesitan de la cooperación de los diferentes sectores entre estos el sector privado. Aquí radica la necesidad de establecer sinergias como alianzas estratégicas donde los objetivos puedan lograrse a través de esfuerzos mancomunados.
Desde finales de la década de 1970, se percibió que la democracia no pasaba por su mejor momento, porque los gobiernos eran sobrecargados, democracias obesas, poca capacidad de respuesta, escasos recursos, sociedades ingobernables. Esta es la tesis que plantea el informe La Crisis de la Democracia: La gobernabilidad de las democracias, de los autores Michel Crozier, Samuel P. Huntington y Joji Watanuki. Aunque escrito en 1975, parece que fue ayer.
En este informe, los autores observaron el estado político de los Estados Unidos, Europa y Japón y dice que en los Estados Unidos los problemas de gobernanza “provienen de un exceso de democracia” y, por lo tanto, abogan por “restablecer el prestigio y la autoridad de las instituciones del gobierno central”. Aunque conservo mis reservas en algunos aspectos, este informe sirve como un punto de referencia importante para los estudios que se centran en la crisis contemporánea de las democracias.
Es necesario destacar que el término gobernanza se empezó a usar para describir los cambios en el papel del gobierno a raíz de los cambios sociales. El latinobarómetro del año 2016, nos dice que las demandas sociales sobrepasan la capacidad de los gobiernos para responder.
La dificultad para responder a la demanda social ante la complejidad de los problemas sociales nos enseña que el gobierno ya no puede atender la totalidad de estas exigencias. La gobernanza requiere una apertura de más espacios de participación social, adicionales a las instituciones democráticas del gobierno. Se requiere un involucramiento del sector privado, se requiere inclusión y paridad, se requieren más mujeres en la política, pero no solo en la política pasiva de militante, se requiere que tengan acceso a las candidaturas.
Antes el gobierno tenía un rol de legitimidad de gobierno, ejercicio sobre la sociedad y defensa de la soberanía. Hoy, ese rol tiene mayor énfasis en la dirección de la sociedad, más en la dirección y menos en hacer, reflejando una creciente participación de los actores sociales en los procesos. La gobernanza se propone como una nueva forma de tomar decisiones y de dirigir.
El estilo de dirección unilateral, vertical y jerárquica del gobierno es inviable para abordar los numerosos asuntos de la compleja sociedad democrática de hoy. Hoy se habla del concepto de viabilidad política, para lo que se necesita una nueva visión de gobierno que involucre interacción, dialogo, consenso, negociación y capacidad para desarrollar la noción de la metagobernanzaque es la gobernanza en red como mecanismo de gestión pública.
Sri Mulyani Indrawati, Gerente del Banco Mundial hasta el 2016 y titular del lugar número 38 de las mujeres más poderosas de la revista Forbes en 2014, nos pone a reflexionar sobre la importancia de poner al ciudadano en el centro de las políticas públicas cuando señaló que “el concepto más importante en el termino políticas públicas es el público. Las personas merecen respeto y dignidad, sus voces tienen que ser oídas. El éxito de las políticas se define por cómo les va a las personas que son afectadas por su trabajo, el éxito de ellas son su éxito”.
Los comentarios están cerrados.