El enorme impacto que tienen las redes sociales en la política es muy grande. El mundo social abre un abanico de posibilidades a la movilización social a favor y en contra de ciertas causas. Realmente tiene el poder para influir en las decisiones políticas. Las redes sociales se han convertido en un canal a través del cual se comparte información, creando de esta forma, una nueva manera de participación política de los ciudadanos.
Pero ya son los propios ayuntamientos y gobiernos los que sacan provecho de la tecnología y utilizan los canales sociales para interactuar y crear comunidad.
Un ejemplo del poder de las redes sociales consiste en que, en China, varios activistas han puesto al descubierto, a través de Badu, el equivalente chino de Twitter, varios casos de corrupción y errores del gobierno chino.
Sin embargo, existen ciertos límites. Un estudio de la Universidad de Harvard muestra que estos movimientos son tolerados como una alarma ante la corrupción, como una alternativa a unas determinadas elecciones pero cuando estas protestas se convierten en una acción colectiva son rápidamente frenadas.
Por lo tanto, lanzar mensajes en el social media es un arma de doble filo. Cuando se difunde un mensaje o información que se vuelve viral, es el principio y no el final de la responsabilidad que no está exenta de obstáculos.
Los políticos están presentes en las redes sociales sin embargo, son pocos los que son fácilmente accesibles. El social media abre un canal de comunicación para concienciar, informar y reflexionar sobre las acciones políticas pero en sí mismo no es la solución.
Ciertamente es una parte importante de las herramientas políticas, que han dado el poder a los ciudadanos para pedir cuentas a sus gobernantes, pero solo será efectiva cuando el enfado social, en las redes, lleve a la acción en la política.
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