La deriva totalitaria del estado Español arranca con la implementación de la doctrina de la alternancia en el Poder del bipartidismo PP-PSOE como defensa y garante del citado establishment dominante, fruto del acuerdo tácito entre los partidos políticos tras el simulacro de golpe de mano de Tejero (23-F del 1981) y alcanzó su mayoría de edad con la llegada al poder del PSOE y el nombramiento como Presidente del Gobierno de Felipe González ( 1.982), con quien asistimos al finiquito de la idílica Transición y al inicio de la deriva totalitaria del sistema.
El puzzle inconexo del caos
El puzzle inconexo del caos ordenado puede esbozarse mediante la llamada “Teoría de las Catástrofes” del científico francés René Thom y se basaría en dos conceptos antinómicos para intentar “comprender el orden jerárquico de la complejidad biológica”.Así, el concepto de estabilidad o equilibrio se refiere a un sistema que permanece estable aunque registre un cambio, principio que trasladado a la esfera política se traduciría en la Reforma del Régimen del 78 sin alterar sus principios esenciales (Monárquico, jacobino y neoliberal), tesis que defenderían los partidos del establishment dominante del Estado español (PP, PSOE y Ciudadanos).
En la orilla antónima, encontramos el concepto de cambio cualitativo o discontinuidad que se produce cuando simples cambios cuantitativos pasan a ser otra cosa diferente y el sistema se transforma internamente de modo radical en una nueva realidad que modifica su situación de equilibro interno y se crea una situación nueva (Nuevo Régimen), tesis defendida por Podemos y los grupos independentistas periféricos (EH Bildu, ERC, Junts pel Sí y CUP) y que es asociada por el aparato mediático del sistema dominante (mass media) con el advenimiento del caos, por lo que tras la constitución in extremis de un nuevo Gobierno de la Generalitat que acelerá el proceso de desconexión de Cataluña con España y la posibilidad de la formación de un Gobierno Progresista PSOE-Podemos-IU que contaría con la el apoyo tácito de las formaciones del nacionalismo periférico (PNV, ERC, EH Bildu y Junts pel Sí) para descabalgar al PP del Poder, habría encendido todas las alarmas en el seno del establishment dominante del Estado Español.
El nerviosismo del establishment del Estado español
El establishment del Estado español estaría formado por las élites financiera-empresarial,política, militar, jerarquía católica,universitaria y mass media que serían los herederos naturales del legado del General Franco y que habrían fagocitado todas las esferas de decisión hasta convertir a la seudodemocracia española en rehén del establishment, según se desprende de la lectura del libro “Oligarquía financiera y poder político en España” escrito por el ex-banquero Manuel Puerto Ducet. La estrategia electoral del PP se basó en el mantra de la recuperación económica edulcorada con sibilinas promesas de aumento del techo de gasto autonómico, subidas salariales a funcionarios y jubilados así como reducciones fiscales al estar la sociedad española integrada por individuos unidimensionales que deberían primar el “panem et circenses” frente al vértigo que suscitaba la utopía de un Nuevo Régimen propugnada por Podemos (“El cielo no se toma por consenso sino por asalto”), pero tras el resultado electoral del 20D y la imposibilidad de la formación de un Gobierno mayoritario PP-Ciudadanos, el establishment recurrirá al principio de la estabilidad o equilibrio. El concepto de estabilidad o equilibrio se refiere a un sistema que permanece estable aunque registre un cambio, principio que trasladado a la esfera política se traduciría en la Reforma del Régimen del 78 sin alterar sus principios esenciales (Monárquico, centralista y neoliberal), por lo que asistiremos a la formación de un Gobierno de Coalición postelectoral PP-PSOE-Ciudadanos que escenificará la metamorfosis del Régimen del 78 mediante una reforma edulcorada de la actual Constitución vigente y que implementará un Estado monárquico, jacobino y eurocéntrico, siguiendo la máxima del gatopardismo (“Cambiar todo para que nada cambie”).
Finalmente, tras la firma entre Rajoy y Sánchez del llamado “pacto antiyihadista” que bajo la falacia de combatir el terrorismo yihadista “convierte en delitos terroristas infracciones menores o conductas lícitas y supone un ataque a la línea de flotación del sistema constitucional” en palabras de Manuel Cancio Meliá, asistiremos a la implementación de la Doctrina Aznar que tendría como ejes principales la culminación de la “derrota institucional de ETA para impedir que el terrorismo encuentre en sus socios políticos el oxígeno que le permita sobrevivir a su derrota operativa” y el mantenimiento de la “unidad indisoluble de España “, lo que se traducirá en el finiquito de la representación institucional lograda por EH Bildu en base al apoyo popular mediante la ilegalización del partido abertzale Sortu (tras la remisión por el Delegado del Gobierno en la CAV a la Fiscalía del TSJPV de una denuncia penal contra el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, al que acusa de “injurias y amenazas al Estado y a la Guardia Civil” tras las operaciones Jaque y Mate contra los abogados de los presos de ETA y los tesoreros de Herrira, lo que unido a la suspensión en sus funciones del Parlamento y la Generalitat Catalana y al encarcelamiento de los principales impulsores de la estrategia de desconexión o secesión (Artur Mas, Puigdemont, Oriol Junqueras, Romeva y Carme Forcadell), conllevará el final de la más larga experiencia seudodemocrática de la historia del Estado española .
Mientras, los nuevos testaferros del Establishment en el PSOE nacional encabezados por Susana Díaz, presos del atavismo de la servidumbre a los poderes fácticos del momento y de su adicción a la poltrona, continuarán ignorando la gravedad de la deriva regresiva del Estado español, pero para que no puedan alegar como atenuante ante el juicio de la Historia el desconocimiento por miopía intelectual, me permito parafrasear el poema “Cuando los nazis vinieron” del pastor protestante alemán Martin Niemöller (1.892-1.984): “Primero vinieron a buscar a los filoterroristas y yo no hablé porque no era filoterrorista. Después, vinieron por los separatistas y yo no hablé porque no era separatista. Después, vinieron por los troskistas y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Finalmente, vinieron por mí y los demás socialdemócratas y ya para ese momento no quedaba nadie que pudiera hablar por mí”.
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