Wilhelm Brasse, Zywiec, Austria-Hungría, 1917, Zywiec, Polonia, 2012, fue un prisionero y fotógrafo oficial en el campo de extermino de Auschwitz.
Fue deportado al campo de prisioneros con el número 3.444. y fue obligado, ya que era fotógrafo profesional, a fotografiar aspectos del campo de concentración y de los prisioneros. Brasse calculó que realizó entre cuarenta a cincuenta mil “imágenes de identidad”, en los cinco años de 1941 a 1945, antes de ser enviado a otro campo de concentración en Austria, Mauthausen-Gusen.
Es curioso que después de la guerra, volviera a vivir y sobrevivir, en su ciudad natal, cerca del campo de concentración, intentó vivir de su profesión de fotógrafo, pero le fue imposible, sabiendo dicho oficio o profesión, aprendido antes de la guerra, y después en la guerra, lamentablemente practicado hasta la saciedad. No fue capaz de soportar los recuerdos, y dejó de ser fotógrafo, y vivió de un negocio de embutidos.
– Brasse indicó que como era fotógrafo del campo, por expresa orden de los comandantes del campo, le daban ropa y le permitían que se lavase, “para no molestarlos con mal olor”.
¿Por qué los dirigentes de ese campo, quizás, por orden superior, se esforzaron en que alguien realizase ese trabajo de documentación? ¿Al fin, estaban en guerra, todos los materiales y mercancías escaseaban, la mayoría de los retratados solo les quedarían unas semanas o meses de existencia en este mundo, por qué ese esfuerzo de documentación y de utilización de material? ¿Es suficiente pensar, por la organización industrial alemana, de todos los aspectos de la realidad, ese afán del deber por el deber, ese instinto, podríamos indicar, de controlar todo con informes, ese pensar que jamás, esas fotografías saldrían a la luz? ¿Pero a partir de 1943, en Alemania sabían y sus dirigentes también que la guerra posible y probablemente la perderían…?
¿Se ha indicado que Mengele fue uno de los impulsores de que hiciese fotografías de sus experimentos, quizás, para futura demostración de sus investigaciones y experimentos aberrantes, quizás para que fuesen documentos, al menos ese tipo de fotografías, de su falso y horrendo y criminal trabajo de investigación y tortura…?
– Brasse posteriormente explicó que hacía esas fotografías: “porque no podía decir que no y porque no hacia daño a nadie”. Yo, añadiría, que quizás, era consciente, que era una manera de sobrevivir, quizás unas semanas más, quizás unos meses más, porque pensaría que él, también terminaría su vida entre aquellas paredes. Pero Brasse, sin quererlo y sin buscarlo, con sus fotografías, realizadas, con honradez y moralidad, la que pudo en aquel tiempo y época y circunstancia, nos enfrenta, nos guste o no, al “enorme misterio y enigma del ser humano, y también del bien y del mal”.
Las fotografías de Brasse no son solo documentos, son testigos de lo que el ser humano es, de lo que el ser humano, al menos algunos, basándose en algunas ideologías, pueden ser capaces de hacer. Fotografías, que pueden representar a los millones de seres humanos, que a lo largo de los siglos han muerto, muchos por crueldad en genocidios o campos de concentración o de trabajo o de exterminio, en un lugar o en otro, en un campo o en otro…
Brasse cuenta, que a al realizar las fotos, intentaba calmar a esas personas, y que a algunas les decía, si le preguntaban, que no les pasaría nada. Sabiendo él, que a los pocos días podrían morir en dicho establecimiento, por unas causas o por otras. Me pregunto, en la distancia de esos acontecimientos, cuántas veces, “durante tantos años se preguntaría, él mismo”, si hizo bien, se preguntaría, ante ese dilema, si tendría que decirles la verdad, o alguna manera, no decírsela para que no sufriesen, o quizás, él mismo recibió orden expresa, de no indicar jamás, lo que les sucedería a los fotografiados. No olvidemos, que tampoco fotografía al millón y pico que pasaron por ese complejo de campos de exterminio, porque cientos de miles, cuando llegaban iban directamente a los crematorios, a partir de una fecha…
Al finalizar la guerra, los dirigentes del campo intentaron quemar toda la documentación, pero Brasse indicó que con ayuda de otro prisionero fue capaz de guardar y conservar unas treinta y ocho mil.
Nos guste o disguste, todos estos hechos, todas estas fotografías, nos llevan a preguntarnos, sobre el problema del bien y del mal, de la bondad y de la maldad. En tres grandes niveles, el bien y el mal a nivel individual que cada individuo conceptualiza y realiza, y el bien y el mal que los colectivos-sociedades-Estados pueden realizar y creer, y un tercer aspecto, a mi entender, esencial, la concepción del bien y del mal, debido a ideologías-filosofías-teorías-cosmovisiones… ¡Esta es la cuestión eterna para cualquier ser viviente racional del universo!
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