El filósofo italiano Giorgio Agamben es uno de los más conocidos y prestigiosos a nivel mundial. Nació en Roma en 1942. Estudió lingüística y cultura medieval además de filosofía. Entre 1966 y 1968 asistió a los seminarios de Heidegger sobre Heráclito y Hegel.
Ha criticado la idea de soberanismo y también ha pensado sobre la relación entre derecho y vida. Su carrera como profesor universitario es extraordinaria ya que impartió clases en la Universidad de Nueva York y en bastantes más.
El Homo Sacer para Agamben es el que está a disposición del poder soberano que decide sobre su vida o muerte. Giorgio Agamben considera que en los Centros de Internamiento de Extranjeros, los derechos de las personas están limitados o condicionados por el poder estatal. O, dicho de otra forma, las personas recluidas en estos centros están en situación de excepción en Italia y parece que no tienen asignado ningún estatuto jurídico.
Entre las cuestiones que trata en sus libros Agamben están la relación entre el hombre como viviente y el lenguaje y la significación ontológica de la potencia y el acto y las consecuencias políticas de la misma. En sus obras también pone sobre la mesa la relación entre soberanía y biopolítica. Estudia y analiza las formas de poder contemporáneas y la teología política y el mesianismo.
No desarrolla un sistema filosófico, pero su pensamiento es muy potente y agudo. Realiza reflexiones muy precisas y originales sobre la realidad y la sociedad. Es la plasmación real de un deconstruccionismo del lenguaje desde otras perspectivas diferentes a las de Derrida. Su biopolítica es la puesta en acción de planteamientos, que defienden de la forma más enérgica la libertad individual, frente al excesivo control de los gobiernos estatales.
Critica y niega, de un modo rotundo, el paradigma consumista y existente actualmente. También está en contra del modelo productivista imperante en el siglo XXI. El resultado está a la vista con el cambio climático y el calentamiento global. Algunas de las frases de Agamben pueden parecer exageradas, pero es necesario entenderlas desde los presupuestos de su filosofía política. Por ejemplo, cuando escribe o dice que: «El ciudadano es para el Estado un terrorista virtual».
A su juicio, la legitimidad del poder es eliminada, si el estado de excepción es un instrumento normal de gobierno y tiene toda la razón. En algunos Estados del mundo se gobierna de modo autoritario o sin el respeto debido a las leyes y a las normas y esto da como resultado una falta de democracia, en muchas zonas del planeta.
La lectura de las obras de Agamben es un placer para la inteligencia, porque logran hacer pensar de modos nuevos. Expresa matices que centran la atención de los lectores en aspectos que, generalmente, no son tratados o son pasados por alto siendo decisivos.
En uno de sus últimos libros titulado La epidemia como política critica, entre otras muchas cosas, la censura del poder y de los medios de comunicación de masas de las opiniones e ideas discordantes con la supuesta verdad oficial.
Resalta que en Italia se ha creado una comisión que tiene el poder de decidir que informaciones son verdaderas o falsas. Incluso explica Agamben que los grandes periódicos rechazan de plano publicar sus opiniones. La libertad de expresión queda pulverizada o laminada en los medios. Menos mal que en los libros que publica, si puede dar a conocer sus pensamientos al mundo y también en videos y conferencias.
No se puede imponer cualquier tipo de límite a las libertades individuales y en algunos países el control de las personas es excesivo, como es el caso de China.
Para Agamben la seguridad sanitaria es un deseo irrealizable. E insiste en señalar que las limitaciones a la vida que impone la pandemia producen daños muy considerables, en la existencia de los ciudadanos. Parece que considera que las medidas para luchar contra el coronavirus deberían ser más específicas y precisas.
Escribe que «La subordinación de la vida a las estadísticas conduce inevitablemente a la lógica de una vida, que no merece ser vivida y el cuerpo político se transforma en un cuerpo biológico». En efecto, el apoyo a la vida humana libre y digna es algo irrenunciable.
Es entendible que, desde la perspectiva humanista de Agamben, se pongan en valor nuevas formas de resistencia ante la pérdida de significado de términos como: democracia, poder legislativo, elecciones, constitución, etc. De hecho, la separación de poderes en varios países ha dejado de existir. Y los poderes económicos son más fuertes que los gobiernos de bastantes países del planeta. El control creciente y generalizado de los ciudadanos es la manifestación de la biopolítica de la bioseguridad, que es algo claramente negativo.
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