Toda persona que intenta modificar alguna realidad, de forma creativa o ingeniosa, siempre en/con los parámetros de la veracidad, verdad, bien, bondad, racionalidad, prudencia sufre lo que se puede expresar como el calambre del autor/escritor/pintor/pensador/científico. La crisis.
Aquella persona, que no sabemos cómo inventó el arco y las flechas, y, no solo la lanza, o aquella persona, quizás, fueron inventores o descubridores o aplicadores del fuego, quizás, tomando un trozo de fuego, de un rayo. Aquellas personas, tendrían la capacidad, semejante a Einstein o a Newton o a Napoleón. Que son tres ejemplos de superaltas capacidades. No entramos en juzgar sus obras, menos sus biografías.
En un artículo, titulado El calambre del escritor, del ya, tres lustros que abandonó este ovoide terráqueo, Umbral, publicado en El Mundo, según su Fundación –que pienso pone una fecha de publicación del 2009, y ya Umbral había fallecido-. Umbral, como no podría ser de otro modo, nos interrelaciona con puentes, varias realidades-conceptos-ideas, entre otros, la creatividad y con Larra.
Se ha dicho siempre, que un cuadro, sea mediocre o genial, está firmado o realizado por dos autorías o dos firmas, una el autor/a material, y, otro por la sociedad-academia-círculos selectos, que son los que admiten esta obra. O, dicho de otro modo, una producción cultural, sea la que sea, no solo importa, la creatividad del autor/a sino la sociedad en general, que lo admita, sea en los laberintos de entendidos o académicos o expertos o crítica. Y, si no se producen ambos mundos que están de acuerdo esa obra no existe. Además, que esté dentro de la tradición, aunque vaya en contra de la corriente de la tradición.
Para que sea genial y clásica, durante varias generaciones, los expertos o entendidos o la Universidad deben seguir considerando a esa producción, como obra de talento o genial. Porque si no lo es, lo hemos visto ya muchas veces, no ya del pasado que no hemos vivido, sino del presente, porque los autores pasan al purgatorio de la creatividad, se van olvidando sus obras y sus nombres. ¿…?
En todo ese proceso, los autores/as, en el campo que sean, pasan por muchas dudas e incertidumbres y tristezas y penas y desalientos… pero, esta es la cuestión. Mucho se perderá, mucho que haya podido ser valioso, se perderá o habrá destruido, en los rincones de la historia. Mucho, se habrá tenido que descubrir muchas veces, o, al menos varias veces. Mucho, también va quedando… Esta es la cuestión. Pienso y opino y comento, que hoy, podríamos crear sistemas tecnológicos de la información, para que nada se perdiese. Quedase para el futuro, y, quizás, en el futuro, de cien años, con otras perspectivas, el pasado se vería de otro modo. Porque hoy la tecnología de la documentación lo permite, aunque sea en forma de imágenes o de textos escritos…
A nadie le agrada, que preguntes y cuestiones, cuánto, en cada campo se perderá y se olvidará. Puede que la mayor parte sea de una calidad e innovación y creatividad y talento e ingeniosidad y novedad muy modesta o relativa, o, apenas ninguna. Pero existe hoy, un Centro Documental Biblioteca, que recoge películas familiares. Porque se ha visto, que esa producción, que no tiene un alto nivel estético, puede decirnos mucho de nosotros mismos. Me parece que es la Biblioteca Regional de Murcia, quién hace este trabajo de colección, para posteriores estudios. ¿Quién le diría a usted, que una colección, que denominan Ephemera o algo semejante, de la BNE o, y del Centro Documental del Reina Sofía, es de las mas visitadas y buscadas y valoradas, y, en esencia son prospectos de fundas de caramelos, de pequeños pasquines, etc.?
Dicen, que en Islandia, con una población de trescientos mil habitantes, por diversas razones y motivos, una de cada diez personas, ha editado o autoeditado un libro, un libro personal y de él/ella mismo/misma. Dicen que es la sociedad junto con la de Noriega que más lee palabras y frases e ideas y conceptos e imaginaciones y realidades…
En definitiva, quizás en esos territorios, las noches sean muy largas, y, su tradición ha sido contar y narrar historias, al lado del fuego. Y, ese caballo de costumbres, de la imaginación y del pensamiento haya ido atravesando generaciones. Quizás, eso es lo mismo, lo que hacían los cromagnones, que somos nosotros, quizás, también los neandertales, durante miles y decenas de miles de años –ahora se ha descubierto que el primer homo de nuestra especie, surgió hace trescientos mil años, y, se ha encontrado en el Magreb-. Ese contar historias es la base de todo el saber posterior: literatura, arte plástico, arte narrativo, protociencia, protoreligión…
¡¿Cuánta cultura o producción cultural, se perderá hoy, realizada por cientos de miles de autores, de todas las especialidades y temas, cuánto, aunque la mayor parte no tenga suficiente importancia, cuánto se perderá, entre tanto, quien sabe si un tanto por ciento, un uno por mil, al menos, pueda abrir nuevas puertas, pero se perderá en el desaliento del tiempo…!?
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