IKEA se ha apoyado en su última campaña que los niños aprenden lo que ven y viven en el hogar. De ahí la importancia de “como esté la casa”, pues “existe una relación directa entre cómo organizamos nuestro hogar, lo que sucede dentro de él y cómo esas vivencias dejan huella e inciden sobre el futuro de nuestras vidas“.
Esta es la primera campaña de posicionamiento global que McCann desarrolla para la compañía sueca, y en la línea de la empresa, utiliza un tono desde la ironía, el humor y la ternura para ponerse al lado de los padres bajo el concepto “nada como el hogar para amueblarnos la cabeza”
Como el negocio de IKEA son los muebles para el hogar, ¿qué mejor apuesta que el hogar como centro de la familia y de la educación?
El spot arranca de una escena muy cotidiana. Un padre y su hijo están viendo la televisión mientras ambos toman chucherías. Una noticia que sale en el informativo cambia la cara del padre: “Los niños aprenden lo que ven en el hogar”. Acto seguido, el padre se recompone en el sofá y trata de arrebatar los chuches de su hijo. Empiezan entonces una serie de escenas familiares en las que los padres se ven superados por las circunstancias: la hija masca chicle porque ve hacerlo a su madre, el hijo se rasca el trasero porque su padre también lo hace, y todos se pasan horas en Internet porque los padres son los primeros en estar enganchados.
Esto debería conducir al desánimo, a la sensación de que nunca sabremos educarles bien. Todo lo contrario. El anuncio termina con una inyección de optimismo: nos hace ver que no hace falta ser unos padres modélicos para poder educar. Basta una sola cosa: el amor, el amor de unos padres que anteponen sus hijos a todo lo personal. Un amor que los hijos descubren muchas veces, y que les ayuda a distinguir, en las acciones de sus padres, las cosas que deben imitar de las que deben obviar.
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