El presente y el porvenir van a estar marcados por una gran revolución en el mercado laboral con la digitalización. Y esto mismo va a suponer en los próximos lustros cambios enormes en la realidad social y económica. Ya lo están diciendo los grandes expertos. Y todos estos cambios van a repercutir también en lo relativo a las pensiones. El modelo productivo va a transformarse notablemente en los próximos años y decenios.
La economía de la sociedad del conocimiento o de la era digital está cambiando y los ritmos de la transformación se van a notar. Los ordenadores cuánticos, la inteligencia artificial, los sistemas automáticos, la ingeniería genética y sus aplicaciones y otros numerosos inventos, como las impresoras 3D y otros grandes avances tecnológicos pondrán a disposición de las personas unas nuevas formas de vida.
El tiempo de trabajo disminuirá drásticamente y se producirá la misma o mayor cantidad de bienes de consumo. De este modo los individuos podrán disponer de mucho más tiempo libre o de ocio. Y esto será posible porque las mecanismos o los robots harán muchas más tareas que actualmente. Muchas profesiones desaparecerán y surgirán otras nuevas, aunque no tantas.
Se acumulará más producción y riqueza gracias a la robotización y digitalización prácticamente absoluta de casi todos los procesos productivos. Los sujetos se dedicarán a actividades más creativas y organizativas en comparación con lo que sucede ahora mismo.
Habrá automóviles sin conductor que circulen de modo autónomo pero controlado, por ejemplo, habrá viviendas inteligentes para todos, etcétera.
Ante este panorama que se verá de aquí a treinta o cincuenta años aproximadamente parece que no tiene mucho sentido ponerse a discutir cómo se soluciona la cuestión de las pensiones, de su subida según el IPC o, lo que es lo mismo, de su revalorización para que los jubilados no pierdan poder adquisitivo.
Los políticos y los ciudadanos deberían ser conscientes, en mi opinión, de que existen soluciones para el tema del envejecimiento de la población, pero especialmente para que se mantenga el sistema de la Seguridad Social en España y el de las pensiones.
Como se hace en varios países europeos, las prestaciones de jubilación contributivas o no y las de desempleo, deberían salir en buena medida, hasta donde sea necesario, de los impuestos que pagan los ciudadanos de cada país. Y si es preciso subir hasta un tres por ciento los impuestos, pues habrá que hacerlo. Y no queda otra solución más coherente y sensata.
Porque es lógico y racional que exista una solidaridad intergeneracional, ya que todas las personas llegarán a ser viejos, si no mueren antes, y las generaciones se suceden a lo largo de las décadas y los siglos. Ya que todos estamos, en el fondo, en el mismo barco. Y en este sentido, los egoísmos están de más.
A mi juicio, mientras no cambie la mentalidad social y la mayor parte o casi todos los ciudadanos no estén de acuerdo con la búsqueda de planteamientos políticos solidarios y justos respecto al mantenimiento de un sistema sanitario realmente eficiente y una Seguridad Social a la altura de los tiempos las cosas irán a peor.
Aunque es verdad que la Sanidad española es una de la mejores del mundo existen graves problemas de masificación y listas de espera, junto con otros, como la prestación de servicios de igual calidad independientemente del lugar en que se resida y que es preciso solucionar con más dinero que debe salir de los contribuyentes.
La cuestión de la dependencia adquiere cada vez más un mayor peso económico por el descenso de la natalidad y por el aumento de la longevidad. Y está muy bien, a mi juicio, que cada vez lleguen más personas a vivir noventa años o más. Es lo deseable, por razones fácilmente entendibles. Y si encima se dispone de los últimos avances médicos en los hospitales españoles pues tanto mejor. Este es el camino que debemos recorrer.
El prodigioso desarrollo de la biotecnología y de la ciencia médica será increíble en los próximos lustros. Junto a esto habrá un cambio tecnológico espectacular en todos los sentidos que nos beneficiará y hará que la vida, de forma general, sea más larga y más intensa.
No es lógico pretender que la edad de jubilación siga aumentando. Al contrario, debería ser como hace años. La era digital hará efectivo un gran aumento de la producción.
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