Además de la emergencia sanitaria por el covid19, en México se palpa un ambiente de abierta confrontación social dividida entre los que mantienen su apoyo al Presidente Andrés Manuel López Obrador y quienes están en abierto desacuerdo frente a sus ocurrencias y declaraciones que rayan en la incongruencia.
La desaceleración de la economía nacional como resultado de la cuarentena que amenaza con prolongarse más allá de abril, despertó la ira de los sectores productivos que esperaban un Plan de Apoyo Económico de Alto Impacto y que quedó muy por debajo de sus expectativas.
Si bien, el Gobierno de México dará apoyos a los micros y pequeños empresarios, no concedió incentivos fiscales ni tampoco atendió las solicitudes de los grandes empresarios y de una clase media que no pedía condonaciones, sino prórrogas en el pago de impuestos.
El argumento del mandatario mexicano fue el mismo de siempre, señalar a sus detractores a los que llama “conservadores” e identifica con militantes y simpatizantes de la derecha mexicana.
Sin embargo, a pesar de vivir momentos de distanciamiento y franco desacuerdo con empresarios de las cúpulas de organismos empresariales y de grupos patronales con fuerte influencia en el país, hay otro círculo de empresarios que son ampliamente conocidos por su vocación de mercaderes y camaleónicos aplaudidores del Presidente en turno.
Ellos, los que están en este grupo de influencia y hoy cercanía con la 4T (Cuarta Transformación) de López Obrador, se han ocupado de abrir puertas y caminos para el mandatario que está respondiendo “con la misma moneda”.
En este grupo no se procura la “sana distancia”, por el contrario, todos ellos se acercan lo más que pueden para cerrar pactos, asegurar contratos, ganar licitaciones y hacer negocios al amparo del poder en turno.
Ellos son ampliamente identificados por un México que los ve como los oportunistas no sólo de esta pandemia, sino de otro tipo de desastres que han acompañado a un país cansado de los excesos y negocios que sexenio a sexenio construyen todos estos empresarios sin el menor recato, con un amplio descaro al estar de lado del “Presidente”.
Ahí están Emilio Azcárraga Presidente de Televisa quien sigue abriendo espacios y matizando la información de acuerdo a como convenga el caso.
También está el Presidente de Grupo Financiero Banorte, Carlos Hank González, nieto de Profesor Hank, sempiterno líder de los tiempos del priismo en México, quien va haciendo negocios de la mano del nuevo gobierno mexicano.
El infaltable es Carlos Slim quien tiene la capacidad de reconvertirse y volver a construir una imagen de acuerdo a las necesidades de sus intereses.
Disfrazados con el altruismo temporal, estos empresarios son los que hoy dan la mano a la cuarta transformación en México, en la que ya encontraron nuevas formas de hacer jugosos negocios.
Y es que todos ellos son solidarios con el mandatario en turno, no así con un país al que en cada crisis buscan sacarle provecho al máximo.
Por ejemplo, en tiempos de cuarentena, dos empresarios de esta pléyade de buenos patrones, buscan incrementar sus ganancias.
Las empresas de Slim no desaprovechan la oportunidad para llamar a todas horas a las casas y teléfonos móviles de los mexicanos para ofrecer servicios, sin importar hora, día y circunstancia.
Ricardo Salinas Pliego dueño de Televisión Azteca es un caso singular. Este empresario se saltó las medidas de precaución sanitaria y obliga a sus trabajadores a laborar durante la cuarentena ignorando los riesgos. No conforme con ello, y luego de sellar jugosos negocios con la Secretaría de Educación Pública del país, ofrece a través de sus canales de televisión, préstamos y servicios de casas de empeño para aprovechar la vulnerabilidad de una sociedad que en estos momentos está preocupada por la situación económica.
A pesar que el Presidente López Obrador dice que no habrá ayuda y privilegios para las grandes empresas del país que sólo buscan un rescate oportuno frente a la crisis que hoy se vive, lo cierto es que el mandatario presidencial protege a este grupo de ambiciosos empresarios que bien podríamos calificar como los usureros de la pandemia.
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