La emboscada a 13 policías municipales en la población de Aguililla en el estado de Michoacán pone en evidencia dos puntos de desequilibrio del actual gobierno mexicano:
1.- La inoperancia de la Guardia Nacional
2.- La ausencia de una Estrategia Nacional de Seguridad que se enfoque en atacar los puntos más frágiles en seguridad.
Lo ocurrido en Michoacán es doliente no sólo por la muerte de personas con o sin uniforme, en este caso de la policía municipal de este poblado, sino también por la fragilidad que hoy reflejan las corporaciones policiacas en un país que está sitiado por la delincuencia organizada y que difícilmente da tregua a un gobierno que se ha quedado en el discurso y en las promeses a de limpiar regiones como la de Michoacán, consideradas como territorios calientes y donde difícilmente los ciudadanos tienen la garantía de seguridad cuando la delincuencia es quien realmente controla los territorios.
Ante estos hechos, la declaración de la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero al decir que: “Esto pasa en cualquier parte del país” provocó el enojo de varios sectores, quienes confirman que no hay una línea de acción pensada para blindar estas regiones donde la garantía de vida depende de poder salir ileso, pactar o pagar el derecho de piso que muchas organizaciones de narcotraficantes cobran en estas regiones.
México refleja una debilidad frente al combate de una delincuencia que sigue avanzando y aprovecha los devaneos de un Presidente como Andrés Mannuel López Obrador, quien minimiza los actos de violencia con frases que se prestan a la mordacidad popular.
La situación en Michoacán se replica en diferentes regiones del país, donde cada vez son menos, los que aspiran a formar parte sobre todo de las policías municipales, debido a que no cuentan con las mínimas garantías para hacer su trabajo o bien para responder ante ataques tan sanguinarios como el perpetrado en Aguililla.
Hipólito Mora ex fundador de las guardias comunitarias en la región michoacana, lanzó la alerta para el Gobierno de México, al señalar que no descartan la posibilidad de volver a tomar las armas por su propia mano y buscar blindar territorios y poblados para garantizar la seguridad de los ciudadanos y sus familias.
El México bronco lleva tiempo librando una batalla que no involucra a las corporaciones de seguridad, sino a una batalla sin cuartel entre las diferentes organizaciones del crimen organizado disputándose el control de nuevos territorios.
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