Rosa Montero, escribió-redactó un artículo con el mismo nombre-título el día 25 de julio del 2021 en el diario El País.
Cierto que una obra de arte, sea literaria o sea plástica o sea musical, se puede abordar desde muchos puntos de vista. En este caso, buceo en el tema-cuestión del daño-sufrimiento-pena-angustia, en definitiva, algo del eterno problema-cuestión del bien-mal moral, porque también existe un bien o mal instrumental. Dicho de otro modo, realizar un buen pan, tiene una parte técnica, que sería el bien instrumental, y una dimensión moral, que sería tener buena voluntad de hacer un buen pan en todos sus componentes, etc.
Aquí, en esta distinción estriban muchas de las raíces-fuentes-fundamentos de la crisis ética-moral, que estamos padeciendo en Occidente. Admitimos, el bien instrumental, que es la realización de una mercancía o un servicio o una palabra o un acto con racionalidad y ortodoxia según el saber del que forme parte. Pero, no somos conscientes, de que también, unido a ese bien instrumental existe un bien moral y ético, es decir, un bien hacer o bien pensar o bien sentir o bien hablar moral y ético.
Algún estimado lector-a, puede que no le quede claro todavía, porque entender esta distinción es la base de todo. Va usted a tomar un café, esa mañana está cansado, ya se ha tomado la pastilla correspondiente para el dolor de cabeza, que usted achaca a un resfriado, pero que en el fondo sabe-conoce-entiende, que se debe a un desamor, o quizás, a una preocupación angustiosa por algo de su cónyuge-pareja, o quién sabe si de su hijo.
El camarero le construye un café con las reglas y normas del buen cafetero, y, se lo dispone en la mesa, sin decirle nada, aunque le conoce ya desde hace varios años, ya que su oficina está al lado de dicha tienda expendedora de cafés en taza. Eso sería un bien instrumental, realiza un trabajo bien y eficiente hecho en cuanto a esta realización-objeto-servicio…
El bien moral y ético, es cuando ese mismo camarero, le hace correctamente el café y se lo coloca delante de sus ojos, pero como ha sentido-percibido que a usted le sucede algo, por los gestos que realiza, para animarla, primero le sonríe, y, aunque tiene mucho trabajo, se detiene un poco-momento-instante, y le expresa, “Hola Raquel que tal te encuentras, hoy, hoy parece que va a llover, pero hace mucho tiempo que no lo hace, es bueno y da tranquilidad caminar bajo una pequeña lluvia”.
Y, Raquel levanta los ojos, semividriosos, intentando que la pena no le emerja como una lava de volcán, roja y maloliente, le proporciona, a su vez, una media sonrisa, y le indica: “Anastasio, ya hace tiempo que nos conocemos, hoy es, hoy será un día duro…”. Y, Anastasio a su vez, se retira mirándola a los ojos, con cierto cariño de amistad, y, le vuelve a sonreír, “bueno, ahora, si puedo me acerco a ti, y hablamos de algo…”.
Todos los sistemas morales, que han dispuesto de una mínima racionalidad y moralidad y practicidad, diríamos que uno de sus fundamentos esenciales, es éste que aquí, Rosa Montero, ha dado a su título, “ante todo no hagas daño”. Se ha formulado de multitud de formas y maneras, “no hagas al otro, lo que no deseas que te hagan a ti”, “amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo”. Estas dos formulaciones, tradicionalmente se han indicado-denominado bajo la llamada “regla áurea”.
Posiblemente, sea la base, explícita e implícita de todas las civilizaciones-sociedades-culturas, que se ha ido plasmando en dos tipos de racionalidades, las racionales filosóficas y las racionales metafísicas religiosas.
El ser humano desde Caín y Abel, es decir, desde hace dos millones de años, desde el homo habilis, tiene el grave problema-cuestión de analizar su conciencia y autoconciencia. Es indicar y expresar lo que debe de hacer, lo que debe sentir, lo que debe hablar, lo que debe desear, y, lo que no debe desde el punto de vista ético-moral… ¿Qué es lo que debe en cada situación, según la moralidad y la ética, racional y prudente, o dicho de otro modo, que no haga al daño al otro, que no se haga daño a si mismo? ¿Dónde ese equilibrio o esa armonía, ese prudente punto común o intermedio…?
Pero surge en todo esto, otro grave problema, “la defensa justa y equilibrada del individuo”. Ante la enorme competitividad que los sistemas sociopolíticos y económicos han incrustado en la vida cotidiana. Hay que encontrar el equilibrio de no hacer daño a nadie, pero tampoco te lo hagan a ti. En definitiva, cual debe ser la defensa justa del bien y del mal. Es decir, las personas, tienen que defenderse del mal y de los males. De los que cada uno se hace a si mismo, de los que los otros pueden hacerte a ti.
Puede que hayamos avanzado mucho en la ciencia y las tecnologías, pero quizás no tanto en las concepciones de la moralidad y de la ética. Esta sería una asignatura pendiente, una rama del saber que necesitamos que progrese…
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