Por Shane Jacobs
El secretario general de la OTAN Anders Fogh Rasmussen emitió el 13 de abril una declaración, calificando la “reaparición de hombres con armamento ruso especializado e idénticos uniformes sin insignias”, similares a los usados por las tropas rusas durante la ocupación de Crimea, como un “acontecimiento grave”. En una entrevista con la ABC, la embajadora de los EEUU ante las Naciones Unidas, Samantha Power, se sumó a la acusación de que Rusia está implicada, enfatizando que la naturaleza profesional y coordinada de la actividad antigubernamental, que ocurre simultáneamente y de casi idéntica manera en media docena de ciudades, lleva las “improntas que delatan la participación de Moscú”.
El ministro de Relaciones Exteriores ucraniano emitió su propia declaración, sosteniendo que él tiene amplias, pero no especificadas, pruebas de la participación rusa en el incidente de Slavyansk. De acuerdo con la declaración, Ucrania presentará sus evidencias en las conversaciones de Ginebra, previstas para el 17 de abril, entre Ucrania, los EE.UU, la Unión Europea y Rusia. El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, desmiente categóricamente la presencia de fuerzas rusas en suelo ucraniano y los medios de prensa rusos afirman que Kiev ha comenzado la represión por mandato de la Agencia Central de Inteligencia.
Aunque las tropas especiales ucranianas lanzaron el domingo un asalto contra el edificio gubernamental tomado por los secesionistas en Slavyansk, elementos pro-rusos siguen controlando edificios en Krasny Liman, la ciudad de Donetsk, Drujkovka, y han tomado otros edificios gubernamentales en Yenakiyevo y la ciudad costera de Mariupol. En la norteña ciudad de Jarkiv, elementos pro-rusos se enfrentaron con partidarios de la Revolución del EuroMaidán, mientras que otro grupo de manifestantes asaltó el edificio de la Administración Regional. Las fuerzas de seguridad supuestamente no se opusieron a los atacantes y estos pudieron ganar la entrada del edificio, donde aún se encuentra el alcalde de Jarkiv, Gennadiy Kernes.
El ministro del Interior, Arsen Avakov, ha lanzado lo que él caracteriza como una operación anti-terrorista a gran escala, con la intención de restablecer el control de Kiev sobre las crecientemente inestables regiones orientales del país. Hasta ahora, ha habido varias bajas en ambos bandos.
La operación del presidente Turchynov, sin embargo, puede resultar contraproducente, ya que hay riesgo de que impulse la crisis a una fase crecientemente peligrosa. Moscú ya ha demostrado su disposición de utilizar la fuerza militar para proteger a ciudadanos rusos y ruso-parlantes fuera del país, en Crimea, Georgia y Moldavia, Si los informes sobre la presencia de tropas especiales rusas en Ucrania oriental resultan ciertos, la operación modificatoria del presidente Putin bien puede estar en marcha, con medidas mucho más decisivas en el horizonte.
Una mayor presencia de observadores internacionales en las áreas álgidas, podría constreñir una invasión militar a gran escala. La Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en marzo pasado desplegó 100 observadores en Ucrania continental. De acuerdo con las órdenes recibidas, los observadores de la OSCE están presentes en Jersón, Odessa, Lviv, Ivano-Frankivsk, Jarkiv, Donetsk, Dnepropetrovsk, Chernivtsi, Luhansk y Kiev. Su despliegue está programado para seis meses y la cantidad de personal podrá ser incrementada a 500, de acuerdo con el sitio web de la OSCE. Hasta ahora, Moscú ha limitado su respuesta a la retórica, reprendiendo al interino gobierno ucraniano por su operación anti-terrorista “ilegal”, así como exigiendo que el Consejo de Seguridad de la ONU se ocupe del tema inmediatamente.
Shane Jacobs es un comentarista independiente de asuntos políticos y militares
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