Michel Eyquem de Montaigne, 1533-1592. Es considerado el padre del ensayo como género literario. Bloom lo considera como uno de los pilares de la literatura occidental, uno de los veintiséis en su famoso libro del Canon Occidental.
– No voy a fijarme en detalles biográficos y otros similares que el hipotético lector puede encontrar fácilmente en la bodega de Internet, sino que más bien haremos unas reflexiones, quizás al estilo del mismo Montaigne, sobre sus ensayos, el ensayo, algo de su corte vital, algo de la existencialidad humana. Empezando que estos mismos artículos, esta serie de unos dos mil que han ido apareciendo en los medios digitales, de este modesto escribiente y observante, diríamos que en muchos sentidos tienen una línea que empieza no solo en Grecia, sino pasa por el puente de Montaigne.
Entiendo el artículo periodístico, como un género literario más, y, que tiene muchas connotaciones con el ensayo o miniensayo como yo expresaría o. microensayo como diría Javier Gomá.
En estos dos mil artículos periodísticos publicados, forman en la totalidad un conjunto de visiones y perspectivas y dimensiones, un edificio, cada artículo puede ser una ventana o una mesa o un adorno de una pared o unas flores, pero con la totalidad se puede percibir, una dimensión de universalidad. Indico esto, por dos razones, una que siempre se ha considerado los ensayos de Montaigne, como fragmentarios, y por otro lado, que su función esencial era entender el mundo comprendiéndose a si mismo, o entenderse a sí mismo, para entender el mundo, especialmente basándose en los autores clásicos antiguos.
– No hay otro método de entender-comprender una obra, como ésta, que podemos considerar clásica o maestra o genial, al menos, dentro de la arquitectura intelectual occidental, y que ha tenido cientos y miles de seguidores a lo largo de los siglos.
El ensayo, a mi entender, como género literario, tiene raíces en la prosa didáctica, en la poesía, en la filosofía y en la actualidad de temas antiguos y nuevos. Diríamos que intenta, generalmente, con palabras, entendibles por cualquier persona, que ésta se acerque, no ya solo a un tema, sino al corazón mismo de su ser en relación a ese tema. El ensayo podríamos indicar que es inmenso, porque el ser humano es un ser casi ilimitado, en su interior, y en la observación de su exterior…
Todo pensador o escritor o científico social o artista, tiene un reto, si es demasiado sistemático, capta mejor la totalidad del edificio, pero si lo hace de forma asistemática, capta una cantidad enorme de detalles, que quizás no armonizarán entre sí, pero que se percibe mejor, como la vida fluye, como se van buscando nuevos elementos, cómo se podrían construir diferentes armazones.
Uno, a cierta edad, ya, sin quererlo o sin desearlo, pero le viene a la cabeza, algo del pasado y de lo pasado. No cabe duda, que diríamos “toda la vida he estado dentro del género del ensayo”, ensayo mezclado con teatro, ensayo mezclado con novela, ensayo mezclado con poesía, ensayo mezclado con artículos periodísticos, ensayo mezclado con aforismos, ensayos mezclados con dibujo-pintura, ensayo mezclado con fotografía… Por tanto, al juzgar y hablar y dialogar, en estos momentos con Montaigne, de alguna manera, estoy dialogando con mi mismidad en relación a este artilugio o invención humana, que es el ensayo, que es como un microscopio y telescopio para intentar captar algo de lo real, interior al ser humano, exterior al ser humano.
Los Ensayos de Montaigne, tuvieron un enorme éxito, y están constituidos, en total, por unas ochocientas páginas, en el caso de este escribiente, sus ensayos, titulado Cuadernos, como antes he indicado están formado por varias docenas de miles de páginas, y no han tenido apenas aceptación pública, ni cultural. En ellos existen cientos o miles de temas y cuestiones y datos y argumentos y personajes y análisis y razones y percepciones y conceptos. No forman ya un edificio sino un palacio-monasterio-rascacielos-catedral-aldea-ciudad. Es un macromundo en un micromundo, mil micromundos formando varios macromundos. El ensayo es una indagación en la carne, mente, alma humana, en mi caso, dentro de la sociedad-naturaleza-metafísica.
– Estimo, que todos los que en Occidente, nos acercamos al ensayo, en todas sus formas y mezclas y combinaciones, no podemos obviar la figura de Montaigne. Hace ya muchas décadas, cuando joven, por primera vez, en un resumen de sus ensayos, empecé a beber en sus aguas. Ahora que han pasado décadas, no sé muy bien, en qué y en cuánto me ha influido Montaigne, porque las lecturas y la cultura recibida y que he absorbido ha tenido muchas fuentes, muchos temas, muchas ocupaciones y preocupaciones. Quizás, mi opción por el fragmento, la frase corta, el aforismo, el texto corto, el artículo, la poesía, el relato corto y todo lo que es y ha sido “corto”, de forma asistemática, no va solo con mi carácter y elección voluntaria sino con mis circunstancias. Como Leibniz, que escribía en un “billete”, una idea, y después, esperaba, ampliarla, a veces, varias páginas. En mi caso, demasiadas veces, no he tenido tiempo de ampliarlo, las circunstancias de las estrellas y de los soles y de la vida.
Quizás, algunos crean que un fragmento de cinco líneas o de diez, es una boutades, que se le ha ocurrido al autor, en mi caso yo, un minuto o diez antes. A veces, puede ser, pero otras, son o pueden ser problemas o cuestiones que he estado, reflexionando, sin exagerarlo, años, a veces, décadas. Y, quizás, en un momento, he encontrado, una posible solución. Y, lo materializo en forma de escritura, para ver, si alguna vez, lo puedo retomar, o al menos, sirva a otros, como base para desarrollarlo e integrarlo en esquemas más ortodoxos de exposición y de demostración. Y, por el temor que se olvide la idea o razonamiento o argumento o dato que puede dar luz a una cuestión, sabiendo la totalidad de mil flecos que no se expresan pero que se conocen, porque solo se relata un matiz de un sistema que está en la cabeza, aunque se materialice en forma asistemática y fragmentaria…
Los ensayos de Montaigne, buscan conocerse a sí mismo, o la fórmula delphica y socrática. Estimo que mis modestos ensayos, desean no solo encontrarse consigo mismo, sino con la realidad, social y natural y metafísica. O dicho de otro modo, invito a usted, si todavía no lo ha hecho a leer-meditar-pensar los Ensayos de Montaigne, y, con sonrojo, quizás que bucee, en los ensayos de este escribiente, titulados, Cuadernos, en los que estos modestos artículos son una parte de ellos. Paz y bien y salud.
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