Como todo gran autor o creador, en este caso plástico, sus obras, aunque las tengamos delante de nuestros ojos, solo podemos interpretar algunas dimensiones, no todas. A lo largo de los siglos se irán desenvolviendo multitud de significados.
Antonio Saura Atarés, Huesca, 1930, Cuenca, 1998. Realizaremos algunas pequeñas catas, para que después el lector nade en este inmenso lago de obras, escritos, recuerdos del Saura pintor.
– A veces, me he preguntado, si la trayectoria artística y estética y profesional de Saura, hubiese sido la misma si entre 1958 y 1959, si no hubiese sido invitado a la Bienal de Venecia, y a la Documenta de Kassel en Alemania ésta última.
Quizás, con los avatares, que la Península Ibérica, han sucedido en el siglo veinte. Todavía no somos objetivos a la hora de analizar y conceptualizar realmente las sombras y las luces de la sociedad, de los tiempos que vuelan, y las circunstancias que cada sujeto en ese mar inmenso, caleidoscópico y laberíntico por el que tiene que pasar. El lugar de residencia, el sitio de habitabilidad, influye más de lo que pensamos en los autores plásticos, como sujetos y como individuos.
Un día suponemos, que si se conservan suficientes obras, de miles de autores de provincias, de cada tiempo, se comparen trayectorias, análisis, estéticas, manifiestos, discursos. Y nos daremos cuenta, si es que existen suficientes obras, las diferencias, entre un autor, internacional, que ha pasado por los grandes centros artísticos del mundo, y otro, otros, que quizás haya estado toda su vida en un pueblo de Orense, por poner un ejemplo.
Pero ese día, quizás no llegue, porque cuándo se quieran revisar obras, sea en literatura, de personas coetáneas con la generación del veintisiete, u obras y autores, coetáneos con la actividad artística de los años cincuenta y sesenta, esas obras, ya habrán desaparecido en gran parte. Por lo cual, entramos en una cuestión enormemente difícil, o mejor dicho fácil de percibir, pero que nadie se atreve a señalar.
¿Es decir, cuántas docenas de autores coetáneos de la generación del veintisiete en literatura, han estado por todo el territorio de la península, de todos los calibres y valores, y que quizás, no se podrán recuperar, porque sus nombres y obras ya se habrán perdido en los cajones, salvo alguna que editaron? ¿Y en cuanto al arte plástico, no sucederá lo mismo, porque cuánto se construye y se realiza, en cada periodo, en un territorio equis, en este caso la Península Ibérica, y cuánto, incluso en tiempos de los autores vivos se destruyen-deterioran-olvidan-desaparece…?
– Cuando analizamos un gran autor, en este caso autor plástico, como es Saura, que con razón, algún crítico, ha señalado, que si hubiese vivido y existido en San Francisco o en Nueva York, hoy sería considerado un gran genio mundial. Aserto o afirmación en la que estoy de acuerdo, pero también, a veces, seamos justos, sus pinturas a mí personalmente, me parecen están dentro del movimiento internacional del expresionismo, de su época, muy cercanas al grupo Cobra de los Países Bajos, estos con enorme cantidad de colorees disonantes, en el caso de nuestro genial Saura, con negros y grises, quizás como correspondía psicológicamente, con su tiempo, con la tradición del retrato barroco español, de grises y negros.
¡Cuánto nos alegraría hoy encontrar, obras, digamos cien o cincuenta obras de autores, de tercera o quinta fila, del siglo de oro, que un historiador o un antropólogo, en alguna biblioteca perdida, de algún lugar olvidado de la Piel de Toro, se encontrasen esas obras, aunque fuesen de autores y obras de quinta categoría!.
Esta afirmación que nadie puede negar, supongo que sería también evidente, si dentro de dos siglos, encontrasen, mil o cinco mil obras, de docenas o cientos de autores, de hoy, de cada uno, aunque fuesen consideradas de tercera o quinta o séptima fila. Porque sería el contraste real. Es decir, se podría comparar lo que se ha hecho, en cada época o tiempo, y quizás, se podría analizar y percibir, que quizás no hay tantas diferencias entre los grandes y los mediocres. ¡Pero en casi toda actividad artística, literaria o plástica, supongo que en otras también, salvo en música, desde el principio sucede un fenómeno, se crea y se destruye…!
He indicado, que en música no, porque al menos, que yo sepa, existen dos centros, o existían, dos centros documentales en música en Celtiberia, el autor que quiera, que yo sepa, puede enviar sus obras o composiciones, a esas entidades, sus partituras y se las conservarán.
¡Para terminar, que gran sueño sería, si hubiesen centros documentales, aunque sean virtuales, en las diversas artes, también plásticas, en la cual, cada autor, fuese de tercera o décima fila, pudiese enviar fotografías y textos de sus obras, para las generaciones futuras…!
¡Hoy, usted estimado lector o lectora, en el océano de Internet, puede ver, aunque sea en imagen cientos de obras de este gran autor, aquí mi homenaje, al gran Saura y, esperamos que ese museo que se iba a realizar en Cuenca, no se deje olvidado en la noche de los tiempos, ni por sus familiares, ni por las autoridades, ni el pueblo…!
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