Por Geovanny Vicente-Romero y Eridania Bidó Fernández
La democracia no se construye de la noche a la mañana, ni de un día para otro, es un proceso que requiere maduración y del ejercicio balanceado del poder político para poder cumplir con las necesidades y prioridades urgentes de la sociedad, por lo cual la eficacia y eficiencia de este ejercicio de poder influye en su propia legitimidad. En consecuencia, la democracia no es algo que permanece fijo, es un sistema que se alimenta de manera constante y ardua del trabajo que desarrolla la ciudadanía de manera general. En ese sentido, una democracia en buen estado es esa que se adapta ante los retos que enfrenta y sale fortalecida.
Desde la división del PLD y con esto el surgimiento de una nueva estructura política tras los resultados de las elecciones primarias del 6 de octubre de 2019, los acontecimientos en la política dominicana no paran, cada día se agregan nuevos elementos, los cuales robustecen los hechos que han venido acaeciendo en los últimos meses y que ya hemos analizado en su momento, especialmente cuando señalamos que la crisis actual inició como un “ajuste de cuentas político” y cuando indicamos unos meses después que la suspensión de las elecciones municipales en febrero de 2020 ponía la democracia dominicana a prueba en un estado de semi cuidados intensivos, hechos que de una manera u otra, laceran el sistema democrático que se venía consolidando desde la muerte del dictador Rafael Trujillo en 1961.
La celebración de unas fallidas elecciones municipales el pasado 16 de febrero, donde nuevamente se ponía en ejecución el ya para entonces cuestionado voto automatizado, derivaron en cuasi “rompimiento del orden constitucional” que se trata de subsanar con nuevas elecciones en marzo. Este fiasco electoral nos dejó unas elecciones que tardaron más en iniciar que en ser suspendidas, nuevamente el sistema no logra pasar la prueba.
Tras la suspensión de las elecciones, la manifestación de la población joven de la República Dominicana dijo presente, quienes durante más de una semana se dieron cita todos los días en la emblemática Plaza de la Bandera en protestas pacíficas frente al edificio de la Junta Central Electoral, exigiendo respuesta sobre los acontecimientos que dieron lugar a la suspensión del proceso, a la negación que sufrió la ciudadanía cuando se disponía a expresar su voluntad. De la misma manera, se exigía la renuncia del pleno del órgano electoral. Se podría decir que estos acontecimientos son el resultado del hartazgo de la población frente al manejo de la clase política dominicana y la falta de respuesta ante los reclamos.
Estas protestas no solo se quedaron en Rep. Dom., la indignación se expresó en las principales ciudades donde la diáspora dominicana tiene presencia, este fue el caso de la protesta pacífica que llevamos a cabo los dominicanos residentes en Washington, D.C., frente a la Organización de Estados Americanos (OEA), como una expresión simbólica para que continúen observando el proceso para garantizar la transparencia. Este hartazgo ciudadano y no está muy alejado de las mismas razones que hemos venido analizando en torno a la especie de “Primavera Latinoamericana” que hemos tenido en 2019 en diferentes países, incluyendo Puerto Rico. Es el mismo despertar ciudadano que hemos venido anunciando por los últimos años.
Desde nuestra experiencia observando elecciones tanto nacionales como en el plano internacional, conocemos de la vulnerabilidad que existe en la implementación del voto electrónico, y de eso fuimos testigos en el pasado proceso cuando el sistema no funcionó al 100% obligando a suspender el certamen electoral, luciendo mal el órgano electoral y dejando en tela de juicio su nivel de credibilidad e imparcialidad.
Con una convocatoria a elecciones municipales previstas para el 15/03, y la designación de la Organización de Estados Americanos (OEA) para realizar una auditaría técnica a los equipos utilizados en el pasado proceso, así como con el intento de diálogo entre los principales actores, estamos conscientes que no se soluciona la crisis política y menos se da respuesta a los reclamos que de manera justa se hace desde distintos sectores del país que no solo incluye las protestas pacíficas, también los cacerolazos y bocinazos a horas programadas en sectores de clase media-alta en zonas exclusivas y en barrios populares del país.
No obstante, estos acontecimientos, que bien es cierto agregan valor al sistema democrático y que a la vez fortalecen el Estado social, democrático de derecho, no pueden hacernos perder de vista que aún la democracia dominicana sigue en juego y nuevos elementos se agregan.
Un árbitro electoral (JCE) que a la luz de la mayoría de los dominicanos carece de imparcialidad en su proceder, su credibilidad ha sido cuestionada en cada proceso celebrado, no es un órgano confiable que garantice la celebración de unos comicios sin traumas y bajo el mayor nivel de transparencia que se requiere, ante la incapacidad demostrada para la realización de su trabajo, la Junta Central Electoral continua jugándose su credibilidad y en alto riesgo de escribir una nueva página negra en su historia si no se reivindican. En esta semana, en su informe anual, el Departamento de Estado de los Estados Unidos señalaba que el gobierno dominicano había fallado en garantizar la independencia del Poder Judicial y esto llega en un momento en que también necesitamos una JCE independiente.
Un dialogo nacional que busca una salida a la crisis electoral generada, con la participación de actores cuestionados y en el cual no se pretendía dar participación a la parte más afectada e interesada, la representación ciudadana (jóvenes), a pesar de que dicho dialogo busca involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones como garantía de unas elecciones justas, trasparentes y en beneficio de mantener una gobernanza sana y una gobernabilidad dinámica y participativa. No puede existir democracia, sin participación y sin ciudadanos.
La celebración de unas elecciones municipales transparentes que no den espacio al cuestionamiento o a la duda y que garanticen que la contienda presidencial de mayo se realizará bajo las mismas condiciones diáfanas.
Los resultados de la auditoría técnica que se encuentra en fase de ejecución por parte de la OEA y que dejaría al descubierto las verdaderas razones que dieron origen a la suspensión de las elecciones servirán para despejar o confirmar las dudas sobre un posible sabotaje o una falla técnica en el sistema.
El retorno al uso exclusivo del voto manual con la utilización de las boletas físicas en todos los colegios electorales luego del colapso del sistema automatizado habilitado pata votar, se mantiene como una garantía para el nuevo proceso en marzo. Entendemos que existirá menos probabilidad de que se vulneren los resultados, dado que cada partido deberá tener un delegado que sea garante de los votos que allí se le cuente. Además, de la gran cantidad de veedores y observadores que estarán siendo parte y garantes del proceso.
La vieja política ha entrado en un proceso de recesión o decadencia, saliendo del terreno de juego figuras tradicionales, dando paso al surgimiento de nuevas voces y liderazgos frescos en la política dominicana, cientos de jóvenes han sido inscritos como candidatos a los distintos cargos electivos, quienes se constituyen en el relevo generacional real, con ideales claros y comprometidos con un nuevo esquema político, la nueva política.
La permanencia de figuras emblemáticas dentro de los partidos se hace cada día más insostenible, sobre todo en los que van bajos en las encuestas que se publican. Continúa la fuga de dirigentes hacia el partido con mayor posibilidad de salir airoso, no hacia el partido que mejor exprese los valores políticos de los tránsfugas, pues en República Dominicana el aspecto ideológico hace tiempo que no existe en el debate, la ideología imperante es mantenerse en el poder o alcanzarlo.
También se agrega la posibilidad de una eventual salida del poder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), luego de un periodo de 16 años gobernando el país y de ser mayoría en el Congreso, lo que devendría en acusaciones y persecución sobre los temas de corrupción por parte del partido que resulte ganancioso hacía el partido saliente.
A punto de tener elecciones municipales por segunda ocasión en un mes, nos quedamos con un panorama más despejado tras la escogencia de los/las vicepresidentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRM), Fuerza del Pueblo (FP) y el minoritario Alianza País. Nos queda esperar por los resultados de las elecciones municipales del próximo domingo 15 de marzo, de sus resultados dependerán muchas acciones, muchos movimientos de cara al proceso de mayo 17, que desde ya trae un matiz interesante, tres mujeres como candidatas a la vicepresidencia. Ya tenemos una idea de quién podría ser el próximo presidente de la República Dominicana, aún impredecible pues el “juego no se acaba hasta que no termina”, pero de lo que estamos seguros es que la vicepresidencia será ocupada por una mujer y cualquiera de las tres será una gran lideresa en estas funciones, a saber: Margarita Cedeño de Fernández (PLD/incumbente- Gonzalo Castillo), Raquel Peña de Antuña (PRM- Luis Abinader) o Sergia Elena de Seliman (FP- Leonel Fernández). Entre ellas se ha evidenciado sororidad al referirse a sus rivales, ¡vamos bien por ese lado!
Geovanny Vicente-Romero es un analista político, consultor internacional y profesor establecido en Washington D.C. Es un comentarista político y el fundador del Centro de Políticas Públicas, Desarrollo y Liderazgo RD (CPDL-RD). Eridania Bidó Fernández es cofundadora y Vicepresidenta Ejecutiva del Centro de Políticas Públicas, Desarrollo y Liderazgo RD (CPDL-RD). Tiene una Máster en Alta Gerencia Pública, es Especialista en Función Pública y Gestión de la Calidad, Redactora para Política Comunicada, y tiene más de 10 años de trayectoria profesional a nivel público. Ella es también una Observadora electoral internacional para Latinoamerica.
Los comentarios están cerrados.