La cultura del odio y la polarización invadió a un país como México donde la confrontación política alcanzó a una sociedad seriamente lastimada y en riesgo de fracturarse gracias a los discursos que se pronuncian a partir de su máximo gobernante: Andrés Manuel López Obrador.
Entre los blancos preferidos por el mandatario mexicano se hallan los medios de comunicación a quienes ataca y descalifica de manera frontal.
Son muchas las cifras que se entintan en los diarios nacionales donde se ha dado cuenta de la muerte de periodistas quienes, en el más artero de los escenarios, han perdido la vida sin que la justicia haya llegado.
Actualmente el ejercicio periodístico en México se encuentra en momentos de quiebre no sólo por las presiones y ataques frontales de los grupos delincuenciales, sino por el discurso de odio que, desde las esferas de los poderes fácticos, se alientan con la finalidad de restar la crítica, investigación y difusión de todo aquello que el gobierno en turno hoy llama ataques de los opositores.
Uno de los graves errores del Presidente Andrés Manuel ha sido cerrar los canales de la autocrítica para descalificar cualquier trabajo periodístico que involucre exhibir sus acciones erráticas, la de sus funcionarios o incluso familiares.
El ataque de una buena parte de los simpatizantes del Presidente AMLO hacia reporteros, columnistas, fotógrafos no es nueva, pero se intensificó con el mandato del actual mandatario.
Ejecuciones, asesinatos a sangre fría y atentados en contra de quienes ejercen el periodismo en el país, no pueden continuar como la constante que hoy nos hace figurar entre los países con mayor peligro para profesionales de la comunicación.
Es reprobable que un gobierno ocupe sus tiempos de información gubernamental para lanzar consignas en contra de comunicadores, exhibirlos según el juicio del Presidente y colocarlos en el ranking de “enemigos públicos de la democracia”.
Mientras desde la presidencia de México se aliente el encono y descalificación hacia periodistas nacionales, el mandatario Andrés Manuel López Obrador seguirá fungiendo como uno de los principales confrontadores y polarizadores que ponen en riesgo el propio ejercicio de las libertades.
México ha atestiguado el ataque y la violencia en contra del periodismo en diferentes sexenios gubernamentales, sin embargo, en el actual, el presidente del país ha sido la cara y la voz para poner en riesgo a periodistas y medios de comunicación que juzga y condena con la arbitrariedad e impunidad propia que sólo se puede dar en una autocracia.
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