El silencio de los gobiernos de Centroamérica y también de la ciudadanía que somos todos nosotros debe denunciar y condenar la actual coyuntura de Nicaragua: represión a estudiantes universitarios, torturas y desapariciones forzadas por grupos armados. Es una barbarie que no se condene a nivel internacional lo que sucede en Nicaragua que al fin y al cabo la responsabilidad moral de alzar la voz es de los Centroamericanos especialmente de los jóvenes ya que somos el presente y futuro de esta sociedad.
En el siglo 21 se han conocido muchas ideas “progresistas” en el campo cultural, social, económico, clínico pero todo indica que en el campo político nos hemos quedado estáticos porque estas represiones gubernamentales no se veían desde la década de 1980 en Centroamérica. Es indignante ver cómo las madres lloran a sus hijos, cómo los estudiantes universitarios no pueden seguir preparándose para su futuro porque la actual situación se los impide. Es de reconocer que la participación de diálogo y mediación que ha tenido la Conferencia Episcopal y muchísimos sacerdotes y también monjas en toda Nicaragua ha sido plausible.
Con la participación del nuevo Nuncio Apostólico en Nicaragua Monseñor Stanislaw se espera que la mesa de diálogo sea mucho más fluida, dinámica y que se avance hacia lo que realmente se quiere, que es una democratización en Nicaragua para poder así terminar con una incertidumbre que ya ha dejado muchos muertos, mucho dolor y un vacío dentro de la sociedad que es muy difícil poder reparar. Hay mucha confianza depositada en el Nuncio Apostólico Stanislaw, siendo el un representante diplomático de la Santa Sede puede colaborar en la mesa de diálogo y todo lo que se pretenda lograr.
Los Obispos de Nicaragua han sido muy relevantes para que la comunidad internacional pueda enterarse de las ilegalidades que se están cometiendo en contra del pueblo de Nicaragua, Monseñor Silvio Báez ha sido clave en denunciar estas injusticias. Centroamérica debe luchar por la consecución de sociedades que procuren el diálogo, la paz, que podamos retornar al mismo ánimo que motivaron los Acuerdos de Esquipulas I y II, Acuerdos de San José y Chapultepec en la década de 1980 y 1992.
La negativa del gobierno de Ortega de dejar ingresar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y al Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas sólo agrava más la situación, es bastante necesario que una contraloría internacional pueda emitir comunicados oficiales de la situación que en Nicaragua se vive. La Alianza Cívica que Nicaragua ha conformado en donde se congregan estudiantes, empresarios y sociedad civil ha enviado una carta formal al Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas solicitando su presencia, esto es vital, ya que la situación interna de Nicaragua lo deben resolver los ciudadanos Nicaragüenses.
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