El ´Ministerio del Tiempo´, emitida por TVE-1 los martes a las 22,15, vuelve tras el éxito obtenido. Ya en el primera entrega se comentó la originalidad del argumento y el acertado tratamiento de personajes y tramas.
Para valorar esta segunda temporada hará falta un poco de tiempo pero la serie parece mantener el ritmo y nivel al que nos acostumbraron sus guionistas en la entrega anterior.
Por ahora encontramos más de lo mismo, lo que es un acierto en estos tiempos poco acertados de la programación televisiva, en especial en las series de producción propia.
A favor de la serie juegan bastantes componentes: la original idea de un argumento que se desarrolla a varios niveles, insiste en los exteriores; la ambientación en diferentes y variados escenarios; personajes con relieve y capacidad de desarrollo y actores eficaces.
´El Ministerio del Tiempo´ ha optado por una trama de difícil desarrollo. Los saltos temporales provocan, en multitud de historias, problemas de concepto y el recelo en el espectador que intenta organizar y establecer las pautas lógicas de un hecho, en sí mismo, ilógico. Para evitar momentos sin salida, la serie sólo toma prestada la idea, que desarrolla al mínimo, y con la que nos conformamos, ya que lo interesante no son los viajes en el tiempo, sino lo que sucede en cada uno de ellos.
Los episodios se abren y se cierran con historias que ayudan a simplificar y a diluir la compleja idea inicial. Pero también se ha aprovechado esta decisión para mostrar diferentes épocas, lo que da variedad y riqueza a la serie y multiplica sus posibilidades.
Uno de los efectos del juego espacio-temporal muy bien aprovechado por ´El Ministerio del Tiempo´ es la desubicación de los personajes, sus reacciones ante una época y unos modismos que desconocen y el humor con el que se integran en las tramas.
En la serie, el presente se enfrenta al pasado y viceversa. Se cuestiona la pérdida de ideales, de fidelidad, el concepto del honor y se ensalzan los avances médicos, tecnológicos y los derechos obtenidos por la mujer. Sin embargo, el amor y la familia siguen siendo claves para la supervivencia emocional y física del ser humano de cualquier época.
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