Por Antonio Sanmartín
Heme aquí. Mientras escucho buena música, tomo vino y pico algo de jamón serrano, me hago la pregunta existencial: ¿Funciona la Democracia?
Es posible que la respuesta no sea la misma después de un par de copas de vino más, o si estuviera en la playa filosofando con otros amigos sobre el mundo, la justicia, la política y la democracia. El problema con esas conversaciones de “trips” es que siempre terminan construyendo castillos en el aire y delineando utopías en el cielo. Y por la gracia del espíritu santo, a las tres de la mañana todos nuestros problemas ya estarán resueltos en donde todos los seres humanos somos hermanos, adiós a las guerras, chao al egoísmo y bienvenido el paraíso eterno de la paz. ¡Wao que emoción!!!!
Pero al día siguiente, a las 10 am, la resaca no solamente es por el vino sino por la bienvenida a la realidad que nos da nuestro cálido sol; peor si se nos ocurre ver las noticias del día. ¡Oh noo! …., de nada sirvió la tertulia de anoche. Claro, porque no entendemos que estos temas requieren de un esfuerzo continuo y de resultados; No palabras …. Y menos de una conversación de una noche entre copas de vino con el refrigerador lleno de comida, desde donde es fácil hablar del hambre en el mundo. Espera, ¿eso no lo dijo Silvio ya? Verdad, Silvio es comunista y poco entiende de Democracia, ¿No? Igual tiene la razón en ese punto.
Sigamos … el tema es que es muy fácil hablar de política, pero difícil ejercerla ¿Y saben por qué? Porque todos somos parte del Estado y de una forma u otra, si la Democracia funciona o no, es un tema de todos. Esa es la primera meta para alcanzar para que la Democracia comience a funcionar: participar en verdad de la cosa pública y tratar de entender cómo funciona la política.
Sólo con ese sencillo paso caeríamos en cuenta que el tema “Democracia” es más complejo de lo que pensamos y que además de nuestra participación, necesitamos estudiarla para comprenderla. A partir de ese momento comprenderíamos que para que una democracia funcione, se necesitan instituciones democráticas como las elecciones, los candidatos de partido o por la libre, una constitución con su cuerpo de leyes que garanticen los derechos fundamentales de las personas, y una justicia basada en leyes que realmente se apliquen.
Pero además de esas instituciones, se necesitan valores democráticos: Que la gente viva con esos valores poniéndolos en práctica de forma tal que se convierta en algo muy propio de cada persona. Que ser honesto sea lo intrínsecamente normal y no un “ahuevaoo” que no aplica el juega vivo para hacerse rico haciendo trampa, rápido y sin trabajar. Pero además entenderíamos que la democracia, a pesar de que no es aplicable para todos los casos, es la mejor forma de gobierno y defenderla con la vida vale la pena ante la amenaza de las tiranías, a pesar de que hay personas que absurdamente dicen que les gustaría volver a los años de la dictadura militar, porque en teoría todo funcionaba mejor.
Finalmente, necesitamos comprender que la política es como el futbol … que todos creemos saber de futbol.
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