Hasta ahora Turquía ha vivido polarizada entre un nacionalismo laico, propio de los sectores urbanos más desarrollados, y un islamismo tradicional en el que se ha refugiado la población rural más desfavorecida y con el afán de refundar la Turquía moderna, Erdogan, nuevo “padre de la patria” (Atatürk), trata de unir islamismo , nacionalismo y europeismo con su entrada en la UE. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkınma Partisi o AKP); a menudo denominado en Turquía Ak Parti”, ya que sus seguidores emplean el vocablo en turco Ak, (que significa blanco, limpio, o intachable) para identificar a su partido), sería en sus inicios un partido conservador moderado, de tendencia demócrata-musulmán, a la imagen y semejanza de los partidos demócrata-cristianos europeos pero tras el desapego afectivo de Erdogan respecto a Occidente, habría evolucionado hacia un partido islamista-presidencialista con claros tintes autocráticos.
Adhesión de Turquía a la UE
Las discusiones de adhesión, que se iniciaron en octubre de 2005, están prácticamente estancadas y algunos países del bloque como Francia y Alemania se oponen a darle a Turquía el estatuto de miembro pleno y prefieren la perspectiva de una asociación, aunque la cuestión de fondo de la firme oposición franco-alemana es el temor a la pérdida de poder político, pues con el nuevo Tratado de Lisboa, la población pasará a ser un elemento determinante para medir la importancia de cada país en la UE. Así, la gran conquista de Alemania en el nuevo tratado, ( el reconocimiento a su mayor peso tras la reunificación) , se desvanecería a la luz de la bomba demográfica que representa Turquía, pues en la UE vivirían en la actualidad más de 3,7 millones de turcos,( cifra que corresponde casi a la población de Irlanda) y se calcula que en el momento de la adhesión definitiva, la población musulmana de la UE aumentaría del 5% actual a cerca del 20% de la población total. El segundo impedimento para los turcos con vistas a la adhesión es el diferencial de Renta per cápita con respecto a la UE , por lo que existe el temor de que el nuevo socio acapare la mayor parte de los fondos europeos.
Sin embargo, dicha política podría volverse en contra de la UE, pues los procesos de adhesión han funcionado como un instrumento democratizador y reformista del continente y caso de cerrarse el proceso de ampliación, sin Turquía, se corre el riesgo de que los valores democráticos que la UE ha exportado hacia los países de la la extinta URSS, sean reemplazados por los ideales expansionistas de la Nueva Gran Rusia, (con lo que se alteraría notablemente el escenario geopolítico europeo para la próxima década), por lo que el presidente estadounidense Barack Obama apoyó en Praga la candidatura de Turquía a la Unión Europea (UE), al decir que “avanzar hacia la adhesión de Turquía a la UE sería una señal importante de nuestro compromiso con esta agenda y de que seguimos amarrando Turquía a Europa”. pues Turquía era entonces para Obama el paradigma de país islamista moderado y demócrata que desearía exportar al resto de países del Oriente Próximo, por lo que Erdogan contaba con el apoyo incondicional de Obama al convertirse Turquía en elemento de referencia en el laberinto geopolítico de Oriente Próximo.
La deriva autocrática de Erdogan
La autocracia, del griego autos (por sí mismo) y kratos (poder o gobierno), sería la forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado, especie de parásito endógeno de otros sistemas de gobierno (incluida la llamada democracia formal), que partiendo de la crisálida de una propuesta partidista elegida mediante elecciones libres , llegado al poder se metamorfosea en líder Presidencialista con claros tintes autocráticos (inflexible, centralista y autoritario), lo que corrobora la tesis de Lord Acton “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente”. Los sistemas autocráticos (gobiernos de facto), serían pues una especie de dictaduras invisibles sustentados en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas) y represión social ( promulgación de Decretos-Leyes que rozarían la constitucionalidad pero que quedarán revestidos por el barniz democratizador del Tribunal Supremo de turno ), síntomas evidentes de una deriva totalitaria
Erdogan tendría como objetivo inequívoco la implementación del Estado Islamista-Erdoganista, lo que supondría el finiquito del Estado Secular que en 1923 implantó el Padre de la Turquía Moderna, Mustafa Kemal, quien creía que “el secularismo y la europeización de Turquía eran los medios más aptos para transformar su país en una nación industrial moderna”, con lo que el kemalismo dejó como herencia una crisis de identidad en la sociedad turca, (europeizada pero no integrada en las instituciones europeas y musulmana pero extraña al mundo islámico). Así, la implantación del Estado Islamista-erdoganista se plasmaría en pinceladas como la implantación de la enseñanza del Corán en la escuela Primaria, restricciones a la libertad de expresión en forma de encarcelación de periodistas opositores (según Reporteros sin Fronteras, Turquía ocuparía el puesto 154 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa en el 2014), la polémica restricción de venta de alcohol y el anunciado despliegue de la policía en los campus y residencias universitarias que podría desencadenar un nuevo Mayo del 68.
Erdogan como obstáculo
El mandato de Erdogan como primer ministro finiquitaba en el 2015 sin posibilidad de reelección por lo que tras su cómodo triunfo en la Elecciones presidenciales (51,8% de los votos), tan sólo le restaba que prosperara la reforma constitucional que el propio Erdogan y el AKP proponían y para lo que necesitaban la mayoría simple en el Parlamento turco con el objetivo de implantar la nueva República Islámica de Turquía en el horizonte del 2016 e instaurar un Gobierno Presidencialista con poderes cuasi ilimitados, con lo que Turquía se convertiría de facto en un régimen autocrático en el que la lealtad a los intereses anglo-judíos en Oriente Próximo estaría en entredicho debido al previsible apoyo de Erdogan a la facción palestina Hamas y a los Hermanos musulmanes y al consiguiente enfrentamiento con Israel y Egipto así como la guerra sin cuartel declarada contra el PPK kurdo y su aliado sirio el PYD que chocaría con la nueva estrategia geopolítica de EEUU para la zona. Así, Kemal Kiliçdaroglu, líder del principal partido opositor turco, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), ha afirmado que los “tambores de guerra” son parte de la estrategia para reforzar la autoridad de Erdogan después de que su Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) perdiese la mayoría en las elecciones del pasado 7 de junio pues la obsesión de Erdogan sería impedir el surgimiento de una autonomía kurda en Siria que sirva de plataforma al PKK por lo que el Congreso turco habría aprobado una ley que permite al Ejército turco (TSK) entrar en Siria e Irak para combatir a “grupos terroristas”, eufemismo bajo el que se englobarían no tanto el ISIS como el PKK y el PYD kurdo-sirio, aliado y hermano del PKK.
Sin embargo, la Administración Obama estaría estudiando implementar el llamado Plan Biden-Gelb, aprobado por el Senado de EEUU en el 2007 y rechazado por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con George W. Bush, que preveía la instauración en Irak de un sistema federal con el fin de evitar el colapso en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses y proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas, bajo un gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de la administración de los ingresos por el petróleo. Así, tendríamos el Kurdistán Libre presidido por Masoud Barzani con capital en Kirkust y que incluiría zonas anexionadas aprovechando el vacío de poder dejado por el Ejército iraquí como Sinkar o Rabia en la provincia de Ninive, Kirkuk y Diyala así como todas las ciudades de etnia kurda de Siria liberadas por la insurgencia kurda del PYD sirio (región autónoma de Rojava)y el sudeste de Turquía controlado por el PKK. El nuevo Kurdistán contará con las bendiciones de EEUU y dispondrá de autonomía financiera al poseer el 20% de las explotaciones del total del crudo iraquí con la “conditio sine qua non” de abastecer a Turquía, Israel y Europa Oriental del petróleo kurdo a través del oleoducto de Kirkust que desemboca en el puerto turco de Ceyhan , por lo que Erdogan sería un obstáculo para el diseño de la nueva doctrina de EEUU.
¿Golpe de mano contra Erdogan?
El Ejército turco (TSK) desempeña un importante papel político en la sombra, puesto que se consideran los guardianes de la naturaleza secular y unitaria de la República siguiendo los postulados kemalistas y los partidos políticos juzgados como anti-seculares o separatistas por el Poder Judicial Turco (a instancias del estamento militar), pueden ser declarados ilegales y ya en vísperas de la elección de Abdullah Gül como Presidente de Turquía ( agosto del 2007), las Fuerzas Armadas afirmaron que “intervendrán decisivamente en la defensa del laicismo ante los esfuerzos de determinados círculos de socavar los valores fundamentales de la república que han aumentado claramente en tiempos recientes”, advertencia próxima a la retórica del Golpe Militar de 1.980 y que podría extrapolarse a la situación política actual caracterizada por la inestabilidad política, las masacres de Diyarbakir, Suruq y Ankara contra la población kurda y la guerra declarada contra el PKK. Ante esta situación, no sería descartable que el ejército turco (TSK) protagonice un nuevo golpe “virtual” o “posmoderno” que acabaría con el mandato del Primer Ministro Erdogan, (rememorando el ‘golpe blando’ de 1997, cuando los generales kemalistas arrebataron el poder al Gobierno del presidente Necmettin Erbakanpor, quien lideraba una coalición islamista), golpe que contaría con las bendiciones de Washington al haber dejado Erdogan de ser un peón útil para la estrategia geopolítica de EEUU basada en la implementación de “golpes virtuales o postmodernos“ en los países de la zona (Egipto) con el objetivo de sustituir a los regímenes islamistas surgidos de las urnas por regímenes militares presidencialistas en el marco del nuevo escenario geopolítico mundial surgido tras el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia, quedando Siria y Turquía como portaaviones continentales de Rusia y EEUU respectivamente.
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