Moscú y Pekín son socios estratégicos y el potencial de su cooperación “es inagotable”, ha opinado el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov. Según él, los dos Estados están desarrollando “un nuevo tipo de relaciones interestatales”.
Rusia y China tienen posturas muy cercanas sobre las cuestiones claves de la actualidad. Ambos abogan por un nuevo orden mundial policéntrico basado en el derecho internacional respecto a la autodeterminación de las naciones, ha puntualizado el canciller ruso en su artículo para el diario ‘Rossíyskaya Gazeta‘.
Las relaciones entre los dos países se fundamentan en una sincera amistad y simpatía, un profundo respeto y confianza, e igualmente en la atención por los intereses claves de ambos, argumentó Lavrov. “En realidad se trata de un nuevo tipo de relaciones interestatales, un modelo de cooperación propio del siglo XXI”, comentó.
Para él, la colaboración entre Moscú y Pekín no se limita a vínculos bilaterales, sino que contribuye a mantener la estabilidad internacionalmente. En primer lugar, porque ambos países han unido sus esfuerzos para “oponerse ferozmente” a los intentos de imponer la voluntad ajena a Estados soberanos, a la presión de las sanciones unilaterales y a las prácticas de ‘doble rasero’.
“El destino del mundo no puede ser determinado por un solo Estado ni por un reducido grupo de Estados. Los bombardeos de Yugoslavia, la ocupación de Irak, el caos de Libia y la guerra fratricida en Ucrania son pruebas evidentes de las trágicas consecuencias que conlleva olvidar esta verdad básica, aspirar a conquistar y mantener a cualquier coste el dominio mundial e imponer la opinión, voluntad y valores propios a otros Estados”, insistió Lavrov.
La situación actual en el mundo es extremadamente turbulenta, y para evitar errores graves en el futuro habrá que recordar las “lecciones del pasado”, opinó el canciller ruso. “Hoy en día nos enfrentamos a intentos explícitos de falsificar la historia de la Segunda Guerra Mundial, de igualar a víctimas y verdugos. Eso hace temblar las bases del orden mundial contemporáneo estipuladas en la Carta de la ONU”, comentó.
Hace 70 años, los miembros de la coalición contra Hitler lograron olvidar sus ambiciones individuales y se unieron contra un enemigo común y contra su ideología criminal. Este espíritu de unidad y las lecciones de la Segunda Guerra Mundial confirman que a la hora de buscar respuestas eficaces a las graves amenazas que afronta la humanidad actualmente no hay otra alternativa que “trabajar de manera colectiva”, concluyó.
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