La Era de la Información es una etapa histórica que inicia a finales del siglo pasado tomando el lugar estratégico de la Revolución industrial. El objetivo principal, insertarnos en un contexto económico que se fundamenta esencialmente en el poder de la información y la tecnología, dando la bienvenida a lo que hoy identificamos como las tecnologías de la información y la comunicación o las TIC’s, como mejor se les conoce.
Hoy el mundo vive la mayor amenaza del siglo XXI, una que no ha llegado con el olor a pólvora que dejan las balas, tampoco con la destrucción masiva que dejaron las bombas nucleares del siglo pasado. Más bien ha llegado a través de un virus silente pero rápido llamado Coronavirus (COVID-19), o SARS-CoV-2 por su nombre científico, que viene cargado de mucha desinformación. Es interesante ver cómo años atrás el autor americano de ciencia ficción, Marc Stiegler, compartió algunos consejos prácticos para este momento que vivimos hoy cuando escribió en su obra David’s Sling (1988) que “en la Era de la Información, el primer paso para la cordura (en inglés, SANITY), es filtrar. Filtrar la información: extraer para conocimiento”. En este sentido, Stiegler llega a darnos algunos pasos, a saber:
- Filtrar primero por sustancia.
- Filtrar una segunda vez por importancia. Estos filtros protegen contra la publicidad. (Aquí, yo agrego propaganda también)
- Tercer filtro para confiabilidad. Este filtro protege contra los políticos.
- Cuarto filtro para completar. Este filtro protege contra los medios.
Para continuar en la “era” correcta y evitar terminar desinformados (en Era de la Desinformación), tenemos que continuar escuchando a los expertos, pues como decía el escritor francés Pascal Quignard, “el oído es el único sentido donde el ojo no ve”, por lo tanto, aparte de toda la información que podemos ver a través de la televisión y plataformas digitales, es hora de activar la escucha activa. Sabemos que la comunicación efectiva que genera una escucha activa, no solo logrará que los interlocutores entiendan e interioricen el mensaje expresado, también que perciban lo que subyace en una capa superior a lo dicho: emociones, sinceridad y empatía de quien da el mensaje. Esto también nos mantendrá alejados de la desinformación, de “la era de las Fake News”, término que se ha popularizado a partir del año 2016, por razones que ahora no vienen al caso.
Tenemos que volver a la esencia, seguir las recomendaciones de las autoridades y por supuesto, dar crédito a los trabajadores de la salud porque no solo nos dan información de primera mano, en el proceso arriesgan sus vidas.
Los que conocen la materia comunican mejor el problema y reciben mejor recepción de la audiencia blanco. Tomemos el ejemplo del Dr. Anthony Fauci, director del NIAID (Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas y Alérgicas, por sus siglas en inglés) de EEUU, hoy es una celebridad con dimensiones hollywoodenses. El periódico New Yorker explica cómo Fauci se convirtió en el Doctor de América (América, como los estadounidenses llaman a su país), un status solo comparable con el que alguna vez disfrutó el periodista Walter Cronkite, mejor conocido como “the most trusted man in America” (en español, el hombre más confiable en América).
La respuesta es simple, además de ser un científico experto en enfermedades infecciosas con una larga trayectoria enfrentando las amenazas más virulentas de la humanidad, Fauci tiene la capacidad de explicar lo complejo de forma simple y sintética (no dudo que sea el TIME magazine’s Man of The Year). Esta capacidad comunicacional la analiza muy bien Joe McLeod, en un trabajo titulado, “Cinco lecciones de comunicación del Dr. Anthony Fauci”, indicando que presenta cinco pilares: credibilidad, simpleza, conecta con los jóvenes, comunica una presencia calmada y se mantiene con el mensaje. Pienso que en este último elemento radica lo más sorprendente y McLeod continúa señalando que el mensaje es comunicado con el mismo formato en casi todas las entrevistas de Fauci, cuatro ejes fundamentales:
- Esto es lo que sabemos en función de los datos actuales.
- Esto es lo que muestran las modelos.
- Esto es lo que no sabemos y necesitamos descubrir.
- Esto es lo que el público debe hacer.
Esta necesidad de tener fuentes fidedignas , especialmente durante COVID-19, es lo que dejé planteado en un trabajo publicado el 5 de abril de 2020 bajo el título “Comunicación política en tiempos de crisis: Covid-19 como un caso urgente de estudio”, donde señalaba que “estamos ante un problema que esta vez requiere de hacernos acompañar de los técnicos en la materia para comunicarlo”, una tesis secundada a mediados de abril por la doctora americana Celine Gounder cuando indicaba que “los médicos, las enfermeras y los científicos, no los políticos, deberían dirigir las sesiones informativas sobre el coronavirus.
Para ser coherentes con esta teoría que venimos planteando, esta vez hemos querido que sea el Dr. Marcos Espinal, director el Departamento de Enfermedades Transmisibles de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), quien nos aclare algunas de las inquietudes alrededor de COVID-19. El Dr. Espinal es un laureado médicodominicano, egresado meritorio con maestría y doctorado de la Universidad de Berkeley, California. Marcos no solo nos trae una larga carrera a escala internacional, tanto en la Organización Mundial de la Salud (OMS) como en su oficina regional para las Américas (OPS), sino que también nos deja una impronta en la lucha contra la tuberculosis y otras amenazas como el virus Zika. Entre sus éxitos está su paso por el Stop TB Partnership (tuberculosis), iniciativa para la cual ejerció como su secretario ejecutivo, llegando a formar alianzas de trabajo con figuras globales de la talla de Bill Gates, jefes de Estado y otras personalidades. Hoy tenemos el privilegio de que Marcos responda cuatro preguntas urgentes en tiempos de COVID19:
GVR: COVID-19 ha cambiado la forma en que interactuamos a diario. Los toques de queda, el aislamiento, la distancia social son la nueva normalidad gracias a este virus mortal. ¿Cuál es la magnitud de esta pandemia y cuándo podemos esperar una nueva normalidad?
ME: Hasta hoy, se han reportado 3 millones de casos y más de 200 mil muertes y podemos esperar más en las próximas semanas. Estos números no reflejan la magnitud real del problema. Los datos sugieren que el 80% de los casos desarrolla una enfermedad leve y muchas de estas personas se aíslan sin realizar pruebas. Una gran cantidad de países no está realizando una cantidad suficiente de pruebas debido a la escasez, las diferentes estrategias y otros desafíos. Por lo tanto, los números actuales son una subestimación de un problema mayor.
No veremos una nueva normalidad más favorable por algún tiempo, posiblemente hasta que una vacuna esté completamente disponible y accesible para todos. Sin embargo, los países necesitarán salir de los toques de queda y el aislamiento en algún momento para volver a encaminar sus economías y sociedades. La mejor manera de hacerlo es volver a esta normalidad de forma gradual y algunos países ya lo están haciendo. Esto es esencial para controlar y prevenir una posible segunda ola epidémica del virus.
Es particularmente importante no subestimar este virus y tener paciencia. Siempre que se implementen acciones de contención y mitigación, podemos comenzar a pensar en reabrir cuando la curva se aplana y los casos nuevos están en declive por algún tiempo, cuando las pruebas están disponibles para poder aislar a las personas que resultan positivas al virus y rastrear sus contactos, y cuando el sistema de salud puede manejar casos que continuarán apareciendo, pero con menos frecuencia como en los tiempos actuales. La gente también tendrá que estar lista para ejercer algún tipo de distancia social por un tiempo. Para los países con recursos limitados en los que la pobreza y las desigualdades están muy extendidas, y una gran parte de la economía depende del negocio informal, algunas de estas medidas pueden ser desafiantes. Por lo tanto, la creatividad tendrá que prevalecer.
GVR: En un mundo globalizado donde la información vuela rápidamente, no hay duda de que las redes sociales han contribuido enormemente a enriquecer nuestro conocimiento. Con COVID-19 hemos visto un flujo importante de lo que llaman “noticias falsas”. ¿A dónde van las personas para obtener información precisa? ¿En quién confiamos?
ME: Esta es una pregunta muy importante. Para un nuevo virus que con frecuencia nos sorprende, es esencial contar con información precisa y confiable. Se han diseminado muchos mitos que están creando miedo y pánico. Esto es un problema porque el pánico suele hacer que las personas cometan más errores.
Siempre es importante verificar el origen de la información y examinar otras fuentes confiables para confirmar lo que acabamos de ver o leer. Para un brote como COVID-19, es esencial que las personas sigan las recomendaciones de las autoridades nacionales, visiten los sitios web de los ministerios de salud, organismos científicos de confianza e instituciones internacionales de salud pública como la OPS y la OMS. También hay excelentes medios de comunicación que siempre verifican la información antes de difundirla.
Tengamos en cuenta que si divulgamos algo que no sabemos si es verdadero o real, podríamos estar ejerciendo una mala responsabilidad ciudadana y, lo que es más importante, contribuyendo a crear más caos.
Al mismo tiempo, no podemos dejar de reconocer el poder de las redes sociales responsables para ayudar con la respuesta a esta epidemia. Las redes sociales tienen un papel que desempeñar. Hay buenos ejemplos por ahí.
GVR: Sabemos que científicos, compañías farmacéuticas e instituciones académicas prestigiosas están compitiendo para desarrollar terapias y vacunas para COVID-19. ¿Esperamos una cura o una vacuna pronto?
ME: Permítanme comenzar diciendo que no existe una terapia o vacuna aprobada oficialmente para COVID-19. Algunos medicamentos se están utilizando en circunstancias humanitarias, pero eso no significa que sean eficaces contra COVID-19. Algunos estudios que incluyen muestras pequeñas han sugerido posibles beneficios para algunos medicamentos. Sin embargo, para que un medicamento sea completamente aprobado contra cualquier enfermedad por las autoridades reguladoras y/u organizaciones internacionales, debe someterse a las pruebas adecuadas (ensayos clínicos). En términos simples, un grupo de personas enfermas o infectadas con el virus recibe el medicamento en cuestión y otro grupo de personas enfermas o infectadas con el virus recibe un medicamento postizo o placebo o el estándar de atención. Existen variantes de ensayos clínicos, pero la más precisa se basa en enfoques que asignan aleatoriamente a los participantes a cada grupo de manera ciega para evitar sesgos por parte de los investigadores y los participantes. Siempre es importante ocuparse de las cuestiones éticas relacionadas y otros aspectos operativos. En la actualidad, hay muchos ensayos clínicos en curso para un número significativo de posibles terapias, algunas de ellas muy prometedoras. Esperemos que pronto surjan buenas noticias.
La vacuna que probablemente cambiará las reglas del juego no se espera al menos por 12-18 meses. También hay varias iniciativas en todo el mundo que trabajan en el campo de las vacunas para COVID-19. Tampoco olvidemos que después de que la vacuna esté disponible, debemos asegurarnos de que también sea accesible y, para ser sincero, no es una fórmula mágica, por lo que tomará su tiempo. No hay duda de que tendremos una vacuna.
GVR: COVID-19 está presente actualmente en más de 180 países, muchos de ellos están en gran necesidad. La cooperación y coordinación internacional son imprescindibles para hacer frente a este virus mortal. La Organización Mundial de la Salud es el organismo especializado de las Naciones Unidas responsable de la salud pública internacional. ¿Puede decirnos por qué los países y la comunidad internacional deberían apoyar a la OMS ahora más que nunca?
ME: ¡Muy simple! La Organización Mundial de la Salud es la principal agencia mundial de salud pública en la que 194 Estados Miembros debaten y acuerdan el camino a seguir en materia de salud. El Secretariado aplica lo que deciden los órganos rectores (gobiernos de los Estados miembros). La OMS también coordina las respuestas a emergencias de salud importantes como COVID-19, bajo los auspicios de un tratado global vinculante denominado Reglamento Sanitario Internacional. Me resulta difícil imaginar a cualquier otro organismo que intente coordinar una respuesta masiva. No olvidemos tampoco que la OMS ha acumulado una gran experiencia en el tratamiento de este tipo de crisis.
En un momento de emergencia, es imperativo que mantengamos el enfoque y la dedicación completa para servir a la gente de todos nuestros países para ayudarlos a combatir esta pandemia de proporciones sin precedentes. Las personas mueren a causa de esta enfermedad. Por lo tanto, la implementación y el fortalecimiento de nuestras acciones para superar esta pandemia es una necesidad imperiosa. Este virus no respeta fronteras, raza o colores, por lo que requiere que todos nuestros esfuerzos se centren en la respuesta. Una respuesta fuerte a nivel de país significará menos casos y menos muertes. Se necesita un enfoque de toda la sociedad si queremos proteger a nuestra gente. Todos tienen un papel que desempeñar.
Habrá tiempo para evaluaciones, pero ahora es tiempo de mantener un fuerte énfasis en la respuesta.
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