La secesión de Cataluña ya está en marcha. Es la hora de la verdad sin ninguna duda. Porque en un plazo muy corto de tiempo el proceso de formación de la república catalana, si no se toman medidas efectivas, llegará a ser una realidad política. El presidente Rajoy sigue insistiendo en que, mientras él sea presidente, no va a haber un estado catalán independiente. Se supone que con otro presidente de la nación española esto tampoco sucederá ni se permitirá.
Si, tanto Mas como los líderes políticos independentistas, ya están reafirmando con la declaración unilateral de independencia su desobediencia a las leyes, y ya está bien. Si es aprobada esta propuesta, y ante la desobediencia patente se tiene que aplicar, realmente, la previsible decisión del Tribunal Constitucional, cuando sea aprobada, casi con toda seguridad, por el parlamento catalán.
Y, si la Generalitat sigue sin obedecer, se podría aplicar la fuerza. Esto es posible ante una situación extrema. La situación es muy grave, algo reconocido por prestigiosos constitucionalistas y juristas.
La aplicación del artículo 155 considero que ya tendría que ser aplicado, sin más tiempo de espera. Porque, si se sigue esperando, el proceso de independencia se irá haciendo cada vez más difícil de anular legalmente.
Los sucesivos pasos adelante con decisiones ilegales por parte del gobierno catalán tienen que ser frenados con medidas contundentes, y con un pacto de los partidos constitucionalistas. España es la tercera potencia europea, si se rompe la unidad de nuestro país, las consecuencias serán muy negativas para todos.
Al presidente del Gobierno le compete la decisión de aplicar el artículo 155. Puede suspender en sus funciones al presidente de la Generalitat. Y dar órdenes directas a funcionarios catalanes que, si desobedecen, se jugarían mucho.
El jaque mate está en manos del Estado, si se piensa en la Ley de seguridad social catalana y la ley de Hacienda que serán aprobadas la próxima semana. Serán suspendidas por resolución decretada por el Tribunal Constitucional. Obliga a todos, y también al gobierno central.
En Alemania, si no se obedece al TC, con lo que se denomina coerción federal el gobierno puede, con proporcionalidad, mandar al ejército, si es necesario, para que se cumpla lo dictado por el tribunal.
Después de la prudencia viene la firmeza. El totalitarismo es no cumplir las leyes. Las palabras, a veces, no son suficientes. Podemos estar convencidos de poder superar la provocación, o reto absoluto al estado de derecho y los demócratas, por parte de los partidos independentistas.
Si esperamos que con discursos y pura retórica se impida la secesión estoy convencido de que no será suficiente. De hecho ya ha comenzado. Y en la acción política se imponen los hechos. Decir que no se va a permitir algo no es suficiente, hay que hacer más cosas y ya, sin más pérdida de tiempo. Porque, si no es así, a mi juicio, no se detendrá el proceso independentista en Cataluña.Y después de unos meses asistiremos a la desaparición de la unidad de España. Hemos entrado en una etapa decisiva e histórica.
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