El conocido como “contable de Auschwitz”, el exmiembro de las SS hitlerianas Oskar Gröning (en la imagen), de 94 años, ha sido condenado por la Audiencia de Lüneburg (norte de Alemania) a cuatro años de cárcel por complicidad en la muerte de 300.000 judíos en ese campo de exterminio nazi. La Audiencia deberá analizar si el procesado cumple esa condena en prisión, debido a su avanzada edad y su precario estado de salud.
El proceso contra Gröning se había abierto en abril con una amplia declaración del procesado, quien admitió su complicidad en esas muertes, correspondientes a la llamada “Operación Hungría”.
Su cometido consistió en incautarse del dinero, el equipaje y las demás pertenencias de quienes llegaban como deportados a Auschwitz, con lo que contribuyó a la financiación del Tercer Reich.
En la apertura del proceso, Gröning pidió perdón a los colectivos de víctimas, a lo que siguió el gesto de una testigo, Eva Kor, de 81 años, quien tendió la mano al procesado, lo que desató las protestas de otros representantes de la acusación particular.
En Auschwitz se les ve con cercos en los ojos y con pavor. Con una morfología quebradiza y demacrada desfilaban a un habitáculo del que nunca podrían fugarse. Progenitores y retoños, esposas y tíos. Todos en ristra y con un mutismo impoluto. Se les verá al sacarlos, apilarlos en carretillas para carbonizarlos como si fuesen troncos de leña para el fogón. De los incinerados sólo permanecerá el polvo; el mismo que llevan sus verdugos en su rostro y en el ropaje.
El campo de la muerte de Auschwitz, el crematorio nazi más espacioso de todos y donde murieron muchas personas inocentes. Este era exclusivo para el exterminio de judíos y a los experimentos médicos inhumanos. .
Un holocausto espeluznante. La aniquilación de miles de seres humanos. El asesinato de judíos, apoderándose de la existencia del otro y disponiendo de ella a su antojo. Esas vidas, nada ni nadie, puede exterminarlas porque son de Dios y se les debe escoltar, defender y proteger, desde su concepción hasta la muerte natural.
Foto: Die Welt
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