Poincaré

Poincaré

Un verdadero polímata y también un filósofo.

Realmente, destacó como matemático y físico, pero fue un gran filósofo de la ciencia. Su existencia transcurre desde 1854 hasta el 17 de julio de 1912. Fallece a la edad de  58 años.

Su labor como científico teórico y profesor de la Universidad de la Sorbona en París y en otras instituciones académicas fue sobresaliente. Estaba especialmente interesado en el significado profundo de las cosas y de la realidad. Contrasta este planteamiento suyo con el habitual en la sociedad del siglo XXI en la que predomina lo superficial de forma general.

Poincaré apreciaba el valor de la lógica en el proceso de conocimiento, pero consideraba  que los procedimientos lógicos estructuran las ideas más que crearlas. Sostenía que la lógica limitaba las ideas.

Como era un gran matemático y físico, uno de los mejores de su tiempo, fue capaz de formular una teoría de la relatividad restringida en paralelo a Einstein.

El convencionalismo afirmado por Henri Poincaré se apoya en su geometría hiperbólica y en una epistemología que se puede calificar de evolucionista, si bien adaptable a los hechos que se estudian. No es un simple nominalismo.

En filosofía de la matemática es evidente por sus obras que se dedicó, de modo intenso, al análisis del razonamiento matemático y también a la defensa del principio de inducción completa. Pero su campo de investigación fue mucho más amplio que el  ya expuesto. Porque abarcaba cuestiones físicas, electrodinámicas, etcétera.

Daba una gran importancia a la consistencia del objeto matemático, ya que escribe: «En matemáticas la palabra existir no puede tener más que un sentido, significa exento de contradicción».

Y la realidad empírica de los hechos brutos determina la elaboración de los propios hechos de la ciencia por los científicos. No en vano dice Poincaré: «El hecho científico es sólo el hecho traducido a un lenguaje cómodo».

Henri Poincaré nos enseña además de sus conocimientos en sus libros una forma de entender la vida que es, a mi juicio, excelente.  Le gusta y le apasiona dedicarse a varios campos del saber y ser, por tanto, un polímata. Aunque estaba especializado en los saberes científicos poseía una mente curiosa y ávida de conocer, junto con una memoria prodigiosa. Y también era consciente de que la senda de la investigación científica y social es interminable y queda abierta para las nuevas generaciones.

Su humildad y su sentido común van unidos a una constancia y  perseverancia infatigables. Sabe que la práctica totalidad de sus investigaciones son muy complejas, pero confía en su inteligencia y voluntad y lograr resultados admirables en el campo de la matemática y la física especialmente.

Porque, en ocasiones, algunos problemas pueden parecer irresolubles y escribe: «En las líneas precedentes he planteado problemas sin resolver ninguno. No me apeno, sin embargo, por haberlo escrito, pues invitarán quizá al lector a reflexionar sobre esas delicadas cuestiones». Lo fundamental es la actividad de investigación y  creación de hipótesis.

En el ámbito filosófico también lo es elaborar ideas, teorías y desarrollar explicaciones acerca de la realidad y también sobre el avance de la ciencia  y de otros campos del conocimiento y del arte.

Poincaré  se consideraba un filósofo. También Galileo lo era. Se interesaban por todo lo que sucede en la naturaleza.  Este universalismo en el saber es algo que ya arranca, por ejemplo con Leonardo da Vinci en el Renacimiento. También Leibniz, el gran filósofo racionalista,  era un polímata, ya que leía vorazmente de todo y dejó 200.000 páginas escritas.

En el libro de Poincaré titulado  Ciencia e hipótesis este matemático francés expone multitud de cuestiones relativas a mecánica clásica, energía y termodinámica, cálculo de probabilidades, la naturaleza del razonamiento matemático, etcétera.

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