La estrategia negociadora de Sánchez no me parece la más apropiada. Pensar que, ante las diferencias abismales que separan al PSOE de Podemos, de cara a alcanzar un acuerdo para la investidura, va a ser posible en los últimos minutos, antes de la segunda votación del viernes, parece algo propio de la política ficción.
Desde Ciudadanos ya están diciendo, como es lógico, que si se cambia una coma del pacto ya firmado por Rivera, no darán el apoyo en las votaciones. No hacen faltas muchas aclaraciones para entender este enredo, en el que se ha metido, de lleno, Pedro Sánchez, por intentar forzar las cosas de un modo, a mi juicio, erróneo.
Por supuesto, esto que digo es opinable y discutible, pero considero que lo natural era que hubiese intentado, desde el principio, un pacto con las fuerzas políticas de la izquierda, algo que, muy probablemente, habría conseguido, sin demasiadas dificultades negociadoras. Lo que le hubiera facilitado ser presidente de gobierno. Lo demás, en mi opinión, son fuegos de artificio verbales que no llevan a la meta ansiada por el socialismo: un gobierno del PSOE.
El nuevo documento que ha ofrecido Sánchez a Podemos parece que es coherente con lo firmado por Rivera, o, al menos, eso dice el equipo negociador del partido socialista, pero es considerado por Errejón como un corta y pega de lo ya discutido por los dos partidos. Además es insuficiente, si se compara con el programa del partido morado, y con su oferta negociadora.
No es racional que Sánchez ofrezca un pacto ampliado en la misma semana de la sesión de investidura. Es un intento a la desesperada, por lograr la investidura, y se nota. Juega con el deseo de Podemos de llegar al poder. Pero no puede ser a cualquier precio. Y esto es algo que parecen no querer entender en el partido socialista. Responsabilizar a Podemos, y a otras fuerzas políticas de la izquierda de favorecer que siga el gobierno en funciones, si votan no, es un planteamiento, argumentativamente, falaz. Ya que, si Pedro Sánchez hubiera negociado desde el principio con Podemos como principal interlocutor político, las cosas hoy serían muy distintas.
Querer cambiar la realidad de las cosas puede ser entendible, pero tiene también sus consecuencias. La aritmética parlamentaria es la que es, y no se puede modificar. Y a ellas deben atenerse los políticos que quieren formar gobierno. Lo demás, es una pérdida de tiempo. No están los tiempos para juegos florales. Los ciudadanos demandan soluciones, y no se merecen este tipo de política y de negociación que ha llevado a cabo Pedro Sánchez.
De todos modos, el interés mediático de lo que se diga en el Congreso en los debates y las intervenciones, y en el discurso de investidura del candidato a la presidencia del Gobierno, parece que está garantizado, ya que están acreditados unos ochocientos medios de comunicación.
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