Por Miguel Angel Bernao Burrieza

Inimaginablemente, el mundo soporta intangibles sentimientos que el hombre hace como suyos. La lucha, el empeño y el convencimiento hacen que, lejos de falsas presunciones, los escritores reverdezcan el alicaído mundo de las letras. Este es el caso de Benjamín Fernández, excelso escritor Paraguayo que a lo largo del tiempo nos ha mostrado su lucha constante por encontrar el civismo y la educación necesaria para que el mundo deambule sin miedos y con la convicción de hacer humilde el juicio de nuestra propia conciencia. Un trabajo devastador en su propia pluralidad de matices y embaucador en cuanto al arbitrio de su propia emoción. Conviene leer la obra de Benjamín para darnos cuenta de su repercusión en el mundo de lo social, de lo arrebatadoramente humano y la exactitud de sus palabras y meditaciones.

Con más de 15 libros sobre comunicación a sus espaldas, podemos considerar a Benjamín como uno de los mejores oradores de toda Sudamérica, abalado también por sus innumerables distinciones e incursiones en el derecho a la información, gobernabilidad, transparencia y política. Un magnánimo “engendro” de la sabiduría y la honorabilidad de la palabra escrita.

Su lucha trasciende los mismos márgenes del olvido, sentencia en cada palabra su vitalidad y la fuerza de su expresión lingüística hace que el lector acune como suyo el pensamiento y la vitalidad de los valores y fuerza de sus letras.

Desde la lejanía, se hace grato leer sus trabajos.” La Patria Urgente”, hasta ahora su último trabajo, aborda la temática de observar en clave de futuro el Paraguay. Lo que fuimos es parte de la historia que se proyecta en el presente, pero el porvenir dependerá en mucho de la capacidad que tengamos de construir un capital social que esté a la altura de las demandas del mundo. “La patria urgente” es el resultado de una reflexión permanente que Benjamín Fernández Bogado hace del país en artículos, comentarios, conferencias y seminarios que le toca presentar en el país y en el mundo.

Vientos nuevos para creer en nuestros valores como seres humanos y ante todo crear una nueva sociedad abalada por la bondad y la creencia de que el ser humano es justo y fiel a sus propias emociones e instintos, pero como dice Benjamín: “solo podremos hacerlo posible cuando pasemos del diagnóstico a la acción”.