No es lógico que en trabajos físicamente duros los trabajadores no se puedan jubilar primero.
Es cierto que en la minería la jubilación, si se cumplen unos requisitos, puede lograrse antes de los cincuenta años. Y no me parece mal, si existen razones de peso para ello.
Lo que no considero justo ni proporcionado es que las personas que desempeñan su trabajo en la construcción, por ejemplo, no tengan derecho a una jubilación similar a la de los mineros, ya que el esfuerzo físico es equivalente.
Si es necesario cambiar la legislación habría que hacerlo, porque lo que no sensato ni razonable es que haya personas con dolencias provocadas por las repercusiones de trabajos muy duros.
Personas con más de cincuenta años y que siguen viviendo de su labor en la construcción de edificios deberían poder retirarse con una pensión digna bastantes años antes de los 65. Algo similar a lo que han logrado en la minería asturiana. Y me parece bien, pero también para los operarios de la construcción que necesiten jubilarse, porque su cuerpo ya no resiste el ritmo de trabajo.
No es lo mismo un trabajador de cuello blanco o de oficina que uno que realice un trabajo manual muy exigente. Y a la hora de jubilarse eso debería ser valorado. Porque, aunque lo de las enfermedades profesionales está regulado, si el trabajador no está muy mal, no se le reconoce que no puede seguir trabajando y no se le deja jubilarse.
Las leyes deben ser iguales para todos. Y no debería haber privilegios para unos trabajadores respecto a otros. Ya que es un agravio comparativo en toda regla, a mi juicio. El trabajador, tenga la profesión que tenga, si su trabajo es tremendamente duro, desde un punto de vista físico, debe poder jubilarse antes.
En las ocupaciones de tipo intelectual como profesores, abogados, administrativos, médicos, etc., se comprende que la edad de jubilación no se adelante un determinado número de años.
Otra alternativa, aparentemente factible, sería el aumento de la mecanización en las labores constructivas. Esto ya se realiza y no evita el trabajo extenuante, porque existen muchas labores que únicamente las puede realizar un trabajador.
Lo que no es racional es que unos sectores productivos, por causa de la lucha sindical, sean más beneficiados por la legislación laboral que otros que son igual de extenuantes desde una perspectiva física.
No creo que haga falta poner muchos ejemplos, porque todo el mundo puede darse cuenta con facilidad. Antes de la crisis había más de dos millones de trabajadores en el sector de la construcción. Ahora no llegan a 600.000. Pero no todos son jóvenes, por tanto debería facilitarse la jubilación a los que ya superan una cierta edad que puede ser cercana a los cincuenta o que la iguale o supere. Siempre que padezcan problemas en su organismo o en su físico derivados directamente de los tremendos esfuerzos realizados en su puesto de trabajo.
Si la legislación laboral no cambia se seguirá produciendo, en mi opinión, un trato inequitativo respecto a los trabajadores que desarrollan su labor en la construcción de edificios, barcos, etcétera.
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